[ A+ ] /[ A- ]

Que un pueblo en un momento dado de su desarrollo se separe de su nación matriz, es un derecho que nadie discute; que una sociedad cualquiera se rebele contra los abusos del despotismo, es un deber que todos recomendamos se cumpla; pero hay veces en que el modo, la razones y las oportunidades malogran, corrompen los mejores propósitos, escribe Don J.V. Tal vez fue el caso de México.

Los años 20s, del siglo XIX, como los 20 del s. XX y, a lo mejor los del XXI, han marcado las transformaciones. Veamos.

Dejamos a D. Agustín en el Altar Mayor de la Santa Iglesia Catedral Metropolitana firmando el Plan de Iguala y el Tratado de Córdova que hacían de México un país libre. Era la Primera T. ¿Cómo llegó D. Agustín, nacido en Valladolid el 27.09.1783, hijo de vasco y mexicana, a libertador de México, y más siendo, como fue, cruel e implacable perseguidor y demoledor de los ejércitos insurgentes? Porque, en efecto, en las batidas que dio a los insurgentes solía hacer pocos prisioneros y fusilar a la mayoría.

Muchas pudieron ser las causas y circunstancias que impulsaron a Iturbide a pasarse al bando insurgente; puede ser incluso, – como lo aseguran serios autores -, que él de veras desease la independencia para México. Pero una de las causas más interesantes la presenta Don Carlos María de Bustamante en su Carta Primera, documento integrado a su obra titulada “Hidalgo”. En esta Carta dirigida a Fray Servando, alude Don Carlos, a la reseña escrita por dicho fraile dominico, sobre las matanzas que consumara Iturbide en el Bajío, concretamente el Viernes Santo de 1813. Fray Servando editó esta obra en Londres y en cierta ocasión le era leída al mismo Iturbide por un amigo de su confianza, según es voz pública, asegura Bustamante. Al llegar a un determinado punto del relato de Fray Servando, el lector comenzó a trastabillar lo cual fue notado por Iturbide. Pero dejemos la palabra a Don Carlos: “más como advirtiese Iturbide que trastabillaba un poco en lo que leía y se llenaba de rubor, quiso averiguar la causa por sí mismo y halló que era porque Mier hablaba en aquella página con execración y espanto de las ejecuciones sangrientas que hizo con los prisioneros americanos (antes nosotros también éramos americanos. Nota mía) que tomó en la batalla del puente de Salvatierra el Viernes Santo de 1813. Consternóse sobre manera su espíritu (de Iturbide), llenóse de confusión al ver el desairado papel que representaba en el cuadro de la historia de su Patria, y juró desde aquel instante borrar con hechos hazañosos aquella negra mansilla. Tal fue la causa de esta instantánea y saludable conversión…..¡Mier, divino Mier, he aquí el fruto más sazonado de tu buen celo! ….. tu patria es libre merced en parte a tus afanes; …..” y continúa Don Carlos en alabanzas a ése gran luchador por el bien de México que fue Fray Servando. “Apareció sobre nuestro suelo, le dice Don Carlos al dominico, un varón esforzado que, haciéndose superior a sus pasiones, y detestando cuanto había creído en los días del error, empuñó la espada y juró hacernos libres, independientes y felices: tamaña empresa había reservado el Cielo a Don Agustín de Iturbide, Coronel de Infantería del Regimiento de Celaya”. (ibid). Fue la primera T.

He buscado la documentación de la batalla que menciona Don Carlos y he encontrado la batalla librada en la Laguna de Yuririapúndaro, tal vez sea lo que hoy conocemos como Yuriria, solamente que tuvo lugar el 31 de octubre de 1812 “donde fusiló sin piedad a cuantos prisioneros cayeron en su poder” incluyendo al padre Ramírez, comandante de la Isla. Otra batalla famosa, ésta en Valle de Santiago; en esta batalla Iturbide mandó fusilar a todos los prisioneros. Así reza el parte que rindió: “no puedo formar cálculo seguro de los que murieron, porque como estaban en diversas casas, calles y plazas era muy difícil, pero creo que llegarán o excederán de 300, con inclusión de más de 150 que mandé pasar por las armas”. No deja Don Agustín de precisar su dolor “de hacer morir sin auxilios cristianos a tantos miserables”. Éstas, y otras hazañas realizó Iturbide cuando militaba en el ejército virreinal. No es extraño entonces que Bustamante compare a una conversión el cambio de bando que dio Don Agustín al pasarse al lado insurgente, y no sólo esto, sino lograr conjuntar todas las fuerzas dispersas, y las principales eran las eclesiásticas, para establecer definitivamente la libertad en este suelo. Pero hasta el momento no he podido documentar la batalla de aquel Viernes Santo de 1813, por lo cual pido el auxilio de los historiadores de profesión. Yo no tengo tanto tiempo.

Luego de la primera gran transformación, ¿qué sigue? México es independiente por fin, luego de un largo período virreinal y de sesenta y un virreyes. Ha de notarse que los Habsburgo siempre dieron la categoría de Virreinato a la Nueva España y al Perú que los cretinos Borbones llamaron Colonias. Se formó la Junta Gubernativa que habría de convocar un Congreso Constituyente el cual debería entrar en funciones el 24 de febrero de 1822. Y empezó el problema. Por ahí andaban ya Santa Anna y Gómez Farías; las pugnas se recrudecieron y comenzó a reinar el caos. En esos momentos, al menos, Iturbide era el héroe popular. Schlarman dice lo siguiente: “Iturbide era inmensamente popular entre la gente que lo consideraba el gran libertador, así que a las 7 de la tarde grandes muchedumbres se congregaron afuera del sitio de las sesiones, para averiguar la verdad de la situación, pidiendo entrar, a fin de asegurarse de que “el Imperio Mexicano” estaba a salvo, pues existía el peligro de que grupos fieles a la Corona Española intentaran una contra revolución. Y todo concluyó, como para terminar pronto, cuando Don Valentín Gómez Farías leyó un documento firmado por 46 diputados del que saco lo siguiente: “….yo me creo con poder conforme al artículo 3º. del Tratado de Córdova para votar porque se corone al gran Iturbide”. (Olvídese del congreso de B.C.). Esto sucedía el 21 de julio de 1822. El 2 de diciembre de ese año, Santa Anna se levanta en Veracruz y proclama la República. En 1823 a la caída del Imperio se forma un triunvirato ejecutivo con Don Pedro Celestino Negrete, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria.

El 19 de julio de 1824 era fusilado el depuesto emperador Agustín de Iturbide en Padilla, Tamaulipas por acuerdo del Congreso del Estado, con fundamento en el Decreto del Soberano Congreso General Constituyente, que lo declaró “traidor y fuera de la ley”. De esta manera, México inaugura una serie de cuadros surrealistas, fusila a su libertador, Maximiliano construye la Calzada de la Reforma, Don Porfirio el Monumento a la Revolución y Pedro Infante era abstemio. Después de un breve destierro en Europa, Iturbide había regresado al País acompañado de su esposa, y dos de sus hijos y algunos amigos para reunir la opinión pública y consolidar la libertad en México, según él mismo expresó muchas veces, reiteró frente a sus captores y puso por escrito, horas antes de su muerte en un documento que pensaba hacer llegar al Congreso Constituyente. No le dieron tiempo para ello. Se confesó con el Padre Gutiérrez de Lara y marchó valientemente al sitio fijado. Se conserva el breve discurso que pronunció en el Paredón: “mexicanos: en el acto mismo de mi muerte os recomiendo el amor a la paz y la observación de nuestra santa religión. Ella es quien nos ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros y muero gustoso, porque muero entre vosotros. Muero con honor, no como traidor. No quedará a mis hijos ni a su posteridad esa mancha. ¡No soy traidor, no! Guardad subordinación y prestad obediencia a sus jefes que haciendo lo que os mandan es cumplir con Dios. No digo esto lleno de vanidad, porque estoy muy lejos de tenerla”. Rezó el credo y el acto de contrición, besó el crucifijo y recibió la descarga.

El 2 de octubre de 1824 el Congreso Constituyente nombra residente de la República a Guadalupe Victoria y se proclama la Federación. En la firma de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos; está presente Fray Servando que había participado activamente en las discusiones sobre la conveniencia del centralismo porque México, decía no es una serie de colonias dispersas como Estados Unidos, es una dispersión que no necesita federarse, por el contrario, si hacemos una federación sembramos la dispersión, como en efecto así sucedió. En septiembre de 1821 la capitanía general de Guatemala se proclamó independiente. Hasta allá se trasladó el filibustero Vicente Filisola, italiano, pero en 1824 para formar “la Confederación Centroamericana” mediante la cual lo que ahora es América Central se independizó de México. Después Don Lorenzo de Zavala haría lo propio en Texas. Yucatán siguió perteneciendo a México gracias al trabajo de su Arzobispo.

He aquí un resumen breve de los 20s del XIX. Así culminó la primera T. Aún faltaba lo Texas y EE.UU. Pero México aquí está y continúa siendo más grande que sus problemas y sus políticos. Y que los partidos y sus transformaciones. Bien está un ¡Viva México!