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Eco-pecado.

 

«Alábenlo sus creaturas; porque él lo mandó y quedaron creadas» (Sal.148).

La encíclica papal, ‘Lodato sí’ mi’ Signore’, ¡Alabado seas, mi Señor!, interpreta, no ya la alabanza, – trabajo y vocación del hombre -, sino el grito desesperado de la creación profanada, herida, destrozada por el pecado del hombre, por la ambición y la codicia humanas. Francisco, no es, ya, el poeta que canta la belleza, sino el profeta que denuncia la profanación. Esa creación que «gime con dolores de parto» ansiando, ella misma, verse libre de la esclavitud a la que la sometió el pecado del hombre. Ella ansía que el hombre quede libre de la esclavitud a fin de verse, ella misma, liberada. La creación es para el hombre, y el destino de ambos es común: si el hombre respeta la creación, siendo bueno con ella, la creación será buena con el hombre.

Pero tal parece que el hombre ha arrastrado, en su caída, a la creación. La maldición bíblica se hace realidad: por el pecado del hombre la tierra es maldita. “Por haber desobedecido mi mandamiento, maldito será el suelo por tu culpa. Con trabajo sacarás de él tu alimento. Espinas y abrojos te producirá y comerás la hierba del campo con el sudor de tu rostro” (cf. Gen. 2,17). Pero la tierra es maldita, también, por la sangre de hermano derramada por el hermano. “Maldito seas, dice Dios a Caín, lejos de esta tierra que abrió la boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano”. Aunque labres su suelo, no te dará más su fruto. (Gen. 4,11-12). ¡Y cuánta sangre fraterna ha bebido nuestro suelo patrio!

El hombre, “enfermo de sí mismo” (Nietzsche), enfebrecido en su codicia, enfermo de rabia, de poder, de odio, – la guerra fría ha comenzado de nuevo, la intimidación mutua, las armas más letales -, ha arrastrado a la creación en su caída. La encíclica papal no es ecologismo, no es oxígeno para los partidos verdes, es la urgente llamada perentoria a la conversión. La encíclica, cuando denuncia el desastre ecológico, revive la escena primordial: de nuevo, se encuentran, frente a frente, Dios y el hombre, el proyecto del hombre ante el proyecto de Dios, como en los orígenes mismos. Y, como en los orígenes, la soberbia perderá al hombre y con él, a la creación. Por ello, esta encíclica, no tiene fronteras y exige lectura y meditación.

La inspiración franciscana.

Dicha inspiración no es un motivo poético, en todo caso se trata de una teología poética. Un sentido de adoración al Autor. La creación es admirable y revela a su Hacedor; la primera revelación de Dios es la creación que participa de su belleza. Cuando esto no se comprende, priva el utilitarismo, quedan la ambición y la codicia. Se pervierte, entonces, el sentido de la creación y su naturaleza. “No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos”. Francisco de Asís, fiel a la Escritura, dice el papa, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sab 13,5), y «su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a través de sus obras desde la creación del mundo» (Rm 1,20)”. Tal es la base doctrinal en la que se apoya el papa.

En efecto, La creación ha sido escrita por Dios como un libro, dice S. Agustín. Es un grande poema en el que Dios narra algo de sí mismo. Es el primer medio, siempre válido, que Dios ha elegido para manifestarse. Ha salido de las manos de Dios como una verdadera obra de arte. Es un todo armonioso y solitario: entre más se amplía nuestro conocimiento, tanto más crece nuestra admiración. Nebulosas estelares y años luz, universos infinitos y profundidad psicológica: todo lanza luz nueva sobre la gloria del creador. Triste cosa es descubrir tanta belleza, sabidurías y amor, para luego negar al Autor. Su potencia y su divinidad se hacen de algún modo visibles en esta armonía multiforme (Sab 13,3 ss). Por esto la Biblia, en los mismos textos de oración, los salmos, ofrece un espacio muy amplio a los elementos naturales: a las criaturas del cosmos y a los ritmos del universo, desde el alternarse de las estaciones a los cambios de la semana y del día. El hombre integra la creación en su alabanza. En ellos, el hombre hace su camino y encuentra el alimento y el descanso mientras peregrina.

Des-poetización.

Me parece que Heidegger acuñó esta frase para señalar nuestra insensibilidad ante la belleza. Se escandalizaba de que, entre los viñedos de Burdeos, se instalase los misiles intercontinentales. “¿Usted no ha temblado cuando el hombre pisó la luna?”, pregunta a su entrevistador. La belleza forma parte de nuestra vida, nos es necesaria; antes que como amor, descubrimos a Dios como belleza. “Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, dice el papa, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio”. Y de consumo. Esta convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento.

En el n. 2, bien puede ser el resumen de la encíclica: “Esta hermana (la tierra) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm. 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf.Gn. 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura”. Podemos hablar, mejor, de “desacralización” que des-poetización. O, en cierto sentido, van unidas.

Reacciones.

Pocas encíclicas papales suelen tener efectos inmediatos y de tipo político. Como textos doctrinales, las encíclicas influyen en el rumbo de la Iglesia y naturalmente en su relación con el mundo. Sobre todo si se trata de encíclicas de contenido político o social. Pacem in Terris de Juan XXIII, de 1963, fue la respuesta a la guerra fría.

Como cualquiera de las grandes encíclicas, la Lodato si’, que el papa dedica a una visión ecológica del planeta, sienta doctrina, pero también busca y tiene efectos políticos inmediatos. Yo diría más; es una requisitoria a la cultura moderna y los creadores y responsables de ella. A los violadores del mundo. A diferencia de otras cartas papales, no se dirige únicamente a los fieles sino que pretende alcanzar a la humanidad entera, con independencia de las creencias. Y esto, porque creyentes y no creyentes, habitamos la misma casa. Es además un llamamiento, en muchos aspectos dramáticos, a la acción urgente ante las catástrofes medioambientales que se avecinan y específicamente las que se derivan del calentamiento global, dirigido sobre todo a los países más ricos y con mayores responsabilidades contaminantes y a las organizaciones internacionales pero también a los individuos, cada uno en su nivel, para que respectivamente actúen con políticas que limiten los desastres y adopten formas de vida más ecológicas y menos consumistas.

Su repercusión demuestra el prestigio y la autoridad crecientes del papa Francisco. Solo han discrepado las voces cada vez más aisladas de quienes niegan la evidencia científica del cambio climático, como es el caso de Jeb Bush, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, que ya ha declarado que en cuestiones de economía no está obligado a seguir a los obispos ni al papa. Es la mejor expresión de la cultura modera: dinero, solo dinero. Dominio, poder. Soberbia. La nueva doctrina ecológica del Vaticano influirá sin duda en las elecciones presidenciales del país que ahora sostiene el peso de las negociaciones sobre la reducción de emisiones a la atmósfera. Obama, en cambio, ha manifestado su sintonía con el papa y le ha agradecido su encíclica como un apoyo a la conferencia que se celebrará en diciembre en París para limitar el incremento de la temperatura del planeta. (El País).

La doctora Carolyn Woo, de la U. de N. Dame, afirma: La encíclica es importante por varias razones. Hay un número importante de reuniones próximamente: la ONU en septiembre, G7 y G8, la Conferencia de París. Creo que el Papa quiere influir en el pensamiento de estas

-Pregunta. Usted ha mencionado que las empresas son vistas como un “mal necesario”, pero que sin embargo están siendo invitadas a ser un “bien necesario”. ¿Diría usted que el Santo Padre ha extendido esta invitación?

–Dra. Carolyn Woo: Absolutamente. El papa Francisco sigue haciendo esta invitación no solo a las empresas, sino también a los Gobiernos, a nosotros como consumidores. Una invitación a pensar y actuar de manera diferente. Él llama a la conversión y esta conversión es para todos nosotros, empezando por la conciencia, que es aprendizaje; conciencia, que es pensar de nuevo nuestra responsabilidad; convicción, que queremos hacer algo; y llevarlo a cabo. Se aplica a todos los sectores. Él está señalando dónde hemos hecho mal y ofrece oportunidades. Se está invitando a ser parte de la solución. (Zenit). El papa tiene al mundo de su parte. Falta la temible reacción de los violadores del mundo. ¡Cuidado!

Papa Francisco no deja rincón por barrer. De izquierdas o derechas en economía y ecologista e incluso animalista, deben responder a la madre tierra. El papa se dirige a todos, pero a los creyentes les dice que no se puede amar a Dios sin amar la naturaleza y a los más desfavorecidos. Les conmina a practicar una espiritualidad ecológica, a convertirse a una vida de sobriedad y bajo consumo, exactamente en las antípodas del tipo de religiosidad que funciona como una forma de equilibrio interior o autoayuda, tal como la practican muchos cristianos “renacidos”, en EE.UU., o piadosos magnates musulmanes en los países árabes. La realidad es que México no ha logrado reducir la pobreza en 20 años y que el 46,5% de los mexicanos vive en la pobreza; un 1% acapara el 21% de la riqueza. Y que la desertificación avanza veloz.

El deterioro ambiental es un dato objetivo y palmario; ahí está para quien quiera verlo. Los violadores del mundo no estarán de acuerdo. Solo para ellos, las cosas están bien así. La Dra. Woo concluye: “Creo que hay que recordar que, al final, no estamos debatiendo sobre el Papa. El Papa es sólo un mensajero. Y si se hace caso omiso de la situación real, hay consecuencias. Así hay que optar por ser parte de la solución y saber que la crisis climática no es “idea” del Papa. El Papa explica lo que ve en el camino de la devastación y destrucción y el impacto en la vida de las personas. Mucha gente se enorgullece del uso de la evidencia científica. Y, la mayoría, más del 97 por ciento de las pruebas, sugiere que este tipo de crisis es real y está impulsada por las acciones realizadas por el hombre”.

Por lo pronto, la justicia holandesa, (= a SCJN, nuestra), ha ordenado que el Gobierno reduzca emisiones de CO2. No hay precedentes de esta sentencia en otros países del mundo. Los jueces argumentan que las autoridades “tienen la obligación de proteger a los ciudadanos”. Aquí, los tremendos personajes de la tremenda corte suprema de la nación, tienen otras prioridades. (La Haya. 24.06.15).

Aquí, en nuestro Juárez, podríamos comenzar por revisar el desperdicio y abuso en el consumo agua, en las vialidades y el transporte urbano y revisar la importación de chatarra. Pero cada juarense debería limpiar su calle y no tirar basura en la vía pública. Esto debería ser materia escolar, desde primaria.