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Todo bautizado es un apóstol.

+ Revalorización de esta fiesta en la reforma al calendario litúrgico.

+ Esta fiesta está dentro de las “manifestaciones”: Navidad, los Magos, los pastores, todo en la cuna de Belén.

+ Pero ahora esta fiesta, el bautismo del Señor, marca el inicio de su vida pública. Fijémonos en los elementos que conformas esta manifestación.

Resulta muy importante leer en la Biblia el relato del bautismo de Jesús: “Después de un bautismo del pueblo en masa y de bautizarse también Jesús, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó sobe él el Sp.S. en forma de paloma y se oyó una voz del cielo: «tú eres mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto” (Lc.3, 21-23).

+ Jesús en fila con los pecadores. Es lleno del Sp. Santo, como el siervo del Señor “para que sea alianza de los pueblos y luz para las naciones”. Lleno del Sp. S. pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo.

+ El bautismo de Jesús es el momento en que recibe su investidura mesiánica y comienza su obra salvadora. Para la iglesia entera esto tendrá lugar en Pentecostés, cuando la efusión del Espíritu la lance por los caminos del mundo para llevar a todos los pueblos el alegre anuncio de la salvación. Para cada uno de nosotros esto se realiza en el sacramento de la confirmación que, perfeccionando el bautismo, nos hace entrar como adultos en la comunidad eclesial y partícipes de la misión de la iglesia. Lo que ha sucedido para Jesús en el Jordán, lo que sucedió para la iglesia en Pentecostés, sucede para cada uno de nosotros cuando es derramada el agua en nuestra cabeza y cuando nuestra frente es ungida con el Santo Crisma. Estos dos sacramentos nos hacen solidarios con Cristo y miembros de la Iglesia: así nos incorporan al drama de la salvación.  Las pláticas presacramentales deberían dejar claro este objetivo que se asume en la fe y la decisión personal. 

+ todo bautizado es un apóstol. Sabemos lo que el bautismo realiza en el bautizado, entre otros que no analizo ahora, está el que nos hace miembros de la iglesia y partícipes de la misión de Cristo; de hecho, somos ungidos con el Santo Crisma, como miembros del pueblo santo de Dios, como sacerdotes y partícipes de la misión real del Mesías.

+ El bautismo es una iluminación. En el cristianismo oriental antigua, los iban a ser bautizados eran llamados “los que van a ser iluminados”, y a las bautizados: “iluminados”. Así, pues, los “iluminados” tiene que iluminar a su vez un mundo que yace en la oscuridad. ¡Cuántas ideas se vienen a la mente! Tal es la misión de los bautizados: ser enviados al mundo; los bautizados deben brillar. “Ustedes antes eran tiniebla, pero son luz en el Señor”. 

Y no se enciende una luz para ponerla bajo la mesa, sino en el candelero para alumbre a todos los que están en la casa. Cuánta oscuridad hay en nuestro derredor. Cuando N. Señor nos dice: ustedes son la luz del mundo, nos está haciendo responsables del mundo. Y es más cuando usa la figura de la sal que se ha desvirtuado: ya no sirve, sino para tirarla a la calle y que la pise la gente.  Diogeneto, un cristiano del s. II, decía que “lo que es el alma para el cuerpo, es el cristiano para el mundo”.

Oigamos a S. G. Nacianceno: «Cristo es hoy iluminado, dejemos que esa luz divina nos penetre también a nosotros. Cristo es bautizado, bajemos con él al agua, para luego subir también con él. … Honremos hoy, pues, el bautismo de Cristo y celebremos como es debido esta festividad. Procurad una limpieza de espíritu siempre en aumento. Nada agrada tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre, ya que para él tienen lugar todas estas palabras y misterios; sed como lumbreras en medio del mundo, como una fuerza vital para los demás hombres; si así lo hacéis, llegaréis a ser luces perfectas en la presencia de aquella gran luz, impregnados de sus resplandores celestiales, iluminados de un modo más claro y puro por la Trinidad, de la cual habéis recibido ahora, con menos plenitud, un único rayo proveniente de la única Divinidad, en Cristo Jesús, nuestro Señor, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén».

En el Señor, que hoy es bautizado e inundado con el Espíritu, se cumplen las palabras del Isaías: “….. Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”.

La lectura 2ª,tomada de Tito 2,11-14;3,4-7, es la concreción de una vida bautismal, es decir, de una vida consagrada. Es un hermoso fragmento que puede ser el temario de nuestras pláticas prebautismales y de confirmación. Simplemente leerlo y comentarlo de la manera más simple posible, dejando lugar a las palabras del Apóstol en su sublime sencillez y profundidad.

“Porque la gracia de Dios que salva a todos los hombres se ha manifestado, enseñándonos a renunciar a la impiedad y los deseos mundanos y a vivir en esta vida con templanza, justicia y piedad, esperando la promesa dichosa y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y de nuestro Salvador Jesucristo. Él se entregó por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad, para adquirir un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. Pero cuando se manifestó la bondad de nuestro Dios y Salvador y su amor al hombre, no por méritos que hubiéramos adquirido, sino por su sola misericordia, nos salvó con el baño del nuevo nacimiento y la renovación por el Espíritu Santo, que nos infundió con abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador; de modo que, absueltos por su favor, fuéramos en esperanza herederos de la vida eterna”. (Tito 2,11-14;3,4-7)