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Es un hecho incuestionable que aquel carpintero llamado Jesús de Nazaret, que predicó durante algunos años antes de ser crucificado por los romanos, es el hombre con mayor influencia en la historia del mundo. Jesús predicó el amor como lo más importante de la vida, uniendo el mandamiento supremo del amor a Dios con el mandamiento del amor al prójimo. Jesús enseñó un concepto de amor antes desconocido: el amor no atrapa sino que “se da”; no es egoísmo sino sacrificio por los demás. “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8,35). La cultura occidental se formó con esta elevada visión del amor.