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Dicen los ‘World trooters’ que el otoño en Paris es muy hermoso; de hecho lo es en todas las latitudes donde el clima anestesia la naturaleza y pinta  con fascinantes dorados, amarillos y ocres los álamos, alamillos, y todos esos árboles que no son de verdor perenne. Climas los bastante helados para persuadir a la naturaleza del sueño. El otoño, hoy, en Paris se ha vestido con el color del dolor.

Una avalancha de opiniones vertidas por especialistas inunda los medios. ‘Bien resume las reacciones J. F. Hernández  (Mundo raro. El País.17.11.15): ‘Ya lo advertía J. A. Jiménez, todo esto es un mundo raro: la información instantánea de los horrores, las mínimas distancias, los horarios enrevesados, la avalancha de imágenes, el alud de opiniones, la multiplicación de juicios no necesariamente razonados, la denostación por generalización, la solidaridad exponencial, la canción atinada, el miedo globalizado, el silencio implacable, el peso de la historia, todos los errores y los supuestos aciertos, la reprobación aleatoria, las banderas por la cara, las consignas y las etiquetas, los videos de los terroristas, las explicaciones revueltas…’

Pero hay un patrón observado en todos estos sucesos funestos: Ha bastado un puñado de hombres, altamente preparados, totalmente desconocidos e impermeables a los Servicios de Inteligencia,  para provocar el colapso.  Creo fueron 9 individuos; la yihad permite ahora a las mujeres autoinmolarse; una lo ha hecho en S. Denis. Ahí, como en Leganés, Madrid, se atrincheraron e hicieron explotar la carga mortal llevándose por delante a un policía. ‘Morir matando a los más posibles’, es la ley de la yihad. Ya no hacen falta pues la movilización de ejércitos a millones, basta un pequeño grupo suicida y fanático capaz de cambiar su vida por el ideal, para colapsar a un Imperio, para cimbrar al mundo.  La preparación y ejecución del plan han sido sencillamente impecables y llevado adelante con una eficiencia mortal, y con signos de  escarmiento social;  lujo de una crueldad inaudita, de eso se trata; lanzar contra los objetivos aviones con pasajeros, en N. York, detonar las cargas mortales en los trenes, en Madrid a la hora de mayor afluencia. O durante la celebración de una Misa. Francia cuenta en su haber varios atentados.

El 13.09.01, a propósito de los antenados en N. York, escribí lo siguiente; solo cambie Ud. los datos específicos, y verá que estamos en la misma longitud de onda: “Los sucesos se imponen y algunos hay de tal envergadura que cambien el curso de la historia.  Tales han sido los atentados terroristas consumados en N.Y. En las propias entrañas de su estructura, en los mismos centros vitales de la Nación más poderosa del mundo, ha tenido lugar esa terrible serie de atentados que han conmocionado al mundo. Ya no son las Embajadas, los espacios exteriores, sino los mismos centros vitales donde están los controles generales de la guerra y de la economía.  ¡Cuánto nos enseña esto! ¡Cuántas reflexiones inspira y cuánta consternación provoca!”

Por otra parte, los países occidentales sufren en carne propia lo que muchas naciones del mundo han sufrido en las guerras en las que estas potencias han participado.  En forma terrible la sociedad europea  participa hoy de la ansiedad y del miedo propio de “las zonas de guerra”. Toda esa ansiedad, ese miedo, ese terror condensado, toca la vida y los sistemas vitales de la sociedad europea. Ahora sabemos que el avión ruso con 270 pasajeros, que se desplomó  en la provincia del Sinaí, fue derribado. La cosa va en serio. En Siria. Viene más. El objetivo cualquier occidental donde sea.

Las consecuencias de esos sucesos son de pronósticos reservados; ignoramos su extensión, los efectos que va a tener en el mundo de la economía, en las relaciones comerciales y diplomáticas internacionales. De lo que sí estamos seguros, es de que los débiles y vacilantes intentos por la paz mundial, han quedado destrozados.  Vamos a necesitar mucho tiempo para procesar éstos sucesos.

Los próximos días serán días de penumbra, de declaraciones, de búsqueda, de reacciones; los servicios de inteligencia recompondrán todos sus sistemas  y comenzaran la búsqueda y determinarán las respuestas. Se reducirán las libertades en aras de la seguridad. Nos esperan en el mundo entero días muy difíciles.

Nous sommes dans la guerre, ha dicho el presidente francés. Bien. ¿Contra quién? ¿Dónde? El enemigo vive en medio de sus objetivos, tiene la nacionalidad de sus víctimas, viven en los mismos barrios, se le prestan los mismos servicios, goza de las mismas comodidades, de la libertad y democracia que desconocen; entrenamiento brindado por las estructuras que lo acogen y que serán sus próximas víctimas. Europa es un cedazo. ¿Quiénes vienen en ese tsunami humano nacido en el Oriente?  ¿Dónde comenzamos la guerra? La guerra está en todas partes.  Francia, debido a las colonias en África, está inundada de musulmanes, el islam es la 2ª religión en Francia. Sin una respuesta completa a tales preguntas, Francia bombardea una ciudad siria, Raqa, supuesto refugio  yihadista; luego se le unen Rusia y EE.UU.; aliados ahora los distanciados otrora por la sospecha.

Bernard-Henri Levy  (el País16.11.15), tunecino, a pesar del rimbombante nombre francés, ha escrito con acierto: “Una guerra con y sin fronteras, con y sin Estado; una guerra doblemente nueva porque mezcla el modelo desterritorializado de Al Qaeda con el viejo paradigma territorial que ha recuperado el Estado Islámico (ISIS).

Pero una guerra, en cualquier caso.

Y ante esta guerra que no deseaban ni Estados Unidos, ni Egipto, ni Líbano, ni Turquía, ni hoy Francia, solo podemos hacernos una pregunta: ¿qué hacer? cuando nos cae encima una guerra así, ¿cómo responder y ganar?”.

Enseguida señala las reglas de la guerra; una me ha llamado la atención:

“Pensar lo impensable de la guerra.

Consentir esa contradicción que es la idea de una república moderna obligada a combatir para salvarse. Y pensarlo aún con más tristeza porque varias de las reglas establecidas por los teóricos de la guerra, de Tucídides a Clausewitz, no parecen servir para ese Estado fantoche que lleva la llama más allá en la medida en que sus frentes están desdibujados y sus combatientes tienen la ventaja estratégica de no establecer diferencias entre lo que nosotros llamamos la vida y ellos llaman la muerte”.

Estado fantoche o frentes desdibujados, pero muy efectivos, tan efectivos que el mundo no musulmán, y parte del musulmán, se encuentran en estado de shock. Pero estos filósofos críticos deberían serlo también con la política exterior de sus respectivos países. Nada es gratis.

Muchas las novedades que los clásicos teóricos de la guerra no podían adivinar: los lobos solitarios o en manadas pequeñas con una capacidad increíble de movilidad, el gran secreto de la guerra; la selección de los objetivos: los lugares donde la amodorrada sociedad occidental hace su vida, trabaja, se divierte, bebe, ve el fut y oye grupos con nombre agorero: the eagles of death metal. Una novedad fantástica lo es el reclutamiento valiéndose de las redes; las levas, como el servicio obligatorio,  pertenecen al pasado. Pero sobre todo esto, hay una mística, cosa que occidente  ha perdido por completo. Qué llamativo que tras los atentados del viernes, Francia busque su identidad en: “soy católico, soy patriota” y que el organista de Notre Dame tocase la Marsellesa antes de la comunión. Europa toda y el mundo saben que viene más, así lo han asegurado los servicios de inteligencia.

Pero falta un detalle muy importante, que se echa de menos, en la detallada información policiaca: las armas y demás aditamentos con los que se han ejecutado los antenados, en todas partes, ¿de qué  nacionalidad son? ¿Quién los fabrica y pone en el mercado? Esto nos lleva a otra pregunta, ¿cómo se financia el terrorismo?

Así se financia el terror yihadista, ha escrito Loretta Napoleoni. “Es evidente que el reclutamiento y la radicalización de los militantes avanzan a buen ritmo. El Estado Islámico no deja de asombrarnos, y las dos cosas que más estupefacción nos producen son la capacidad que tiene de autofinanciarse y lo barata que resulta la radicalización en Europa”. En pocas palabras, el terror se financia con el robo y el secuestro; tan sencillo como eso. Cualquier parecido con la realidad, no es coincidencia.

Pero existen víctimas de segunda, aquellas por las que nadie llora, de las que nadie se compadece, las banderas ondean a toda asta y no están en las páginas editoriales: Boko Haram atentó este martes con un saldo de 32 muertos y 85 heridos; suman más de 1700 su víctimas  este año; es el grupo que secuestra niñas y hace estallar suicidas durante las misas. Los católicos que van a misa en esos territorios, no saben si volverán a casa. Niñas secuestradas y abusadas en todas formas, víctimas en fin, del mismo afán terrorista.  Estas víctimas no están en las páginas exaltadas de nuestros diarios.  Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria, acumulan la mayoría de atentados terroristas. Por estas víctimas, solo sus familiares lloran.

Y México puede presumir de cerca de 200 mil muertos en la última década, más las tumbas clandestinas, los desaparecidos y secuestrados, víctimas también de la supina estupidez humana.

Y de mala ‘voluntá’ es el artículo de Riva Palacio este jueves, cuando compara la reacción y eficiencia de las autoridades francesas con las mexicanas; la presencia del Hollande y sus cuerpos de seguridad, las declaraciones, también, a la perfección. Y los asesinos, presos o muertos.  En cambio, ahí está Ayotzinapa. Y el tour por el túnel…….

ÚLTIMA HORA: Bamakao. Mali. (20.11.15). La toma de rehenes habría acabado con 27 muertos, según la agencia Reuters. Un grupo yihadista vinculado a Al Qaeda ha reivindicado el ataque. El grupo que ha atacado el hotel de lujo habría liberado al principio a una quincena de rehenes capaces de recitar versículos del Corán. Habrían entrado en un vehículo todoterreno con matricula diplomática. (No es noticia, es consecuencia)