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Cada vez más me resisto escribir sobre política; es, más, de política, en sentido estricto, pocos escriben; se escribe y se hacen cábalas, apuestas, chismes, refritos, pero de política a fondo, no se escribe. Tal vez la política ha quedado reducida a eso. Los medios se nutren de la truculencia del quehacer político. Assange, desde su refugio, denuncia la incompetencia de la CIA que “ha perdido el control de su arsenal de armas cibernéticas”

Primero filtra, luego golpea. Assange, aprovechó el éxito logrado por la publicación de los supuestos archivos de la CIA, para arremeter contra el servicio de inteligencia estadounidense y burlarse de su “devastadora e histórica incompetencia”. Atacó a la agencia por haber creado las herramientas para someter a control teléfonos, ordenadores y televisores conectados a Internet y luego dejárselas robar. “La CIA ha perdido el control de su arsenal de armas cibernéticas, ahora pueden estar en manos de cualquiera”, afirmó.

Reseñamos solo el quehacer político; la política, sensu stricto, ha quedado lejos; la política se ha desvinculado del pueblo y lo que priva es el interés del partido. La historia se ha renovado y la política puede descubrir orientaciones más definidas. Política no es encumbrar un hombre o un grupo a las ventajas del poder. Política es capacidad de poner en práctica una doctrina social. Por lo mismo la política, arte secundario puesto que es instrumental, se haya condenada al fracaso más innoble si no se asienta en una doctrina generosa, verdadera y sinceramente llevada adelante. Imposible olvidar a J.V., que refiriéndose a cierto partido, decía, ‘ese no es un partido, es una partida…’. Y creo que hoy tenemos mucho de los dos, partidos y partidas. Al menos debería saberse que la endogamia también es mala opción en política.

En una entrevista concedida a Die Zeit, papa francisco parece mejor enfocado cuando critica los populismos: «Sobre el reaparecer de los movimientos populistas en Europa, el pontífice no niega su preocupación, porque detrás de ellos “hay un mesianismo” y se justifican porque hablan de defender la identidad de un pueblo. Lo contrario de lo sucedido después de la II Guerra mundial, con la unidad europea, realizada por líderes “que son capaces de llevar adelante el bien del país sin estar ellos en el centro”. Porque “el populismo es malo y al final termina mal, como nos lo demuestra el siglo pasado». No sé cuál es la base para deducir, en automático, que el fenómeno Trump determine la candidatura de AMLO. El desmantelamiento del PRD tiene en shock a los politólogos, tal vez sea el resultado final de algo así como un pecado original. ¿Pero, hablar de ello es hablar de política?

Para muchos de nosotros, nuestra conciencia, y también nuestra experiencia inmediata, de la fuerza bruta y coercitiva crea la sensación de que la política actúa en el mundo propulsada por medios violentos, y que, a pesar de toda la cháchara sobre la paz, la libertad, la dignidad, la democracia, la política se ha convertido en algo no muy distinto a un proceso automático fuera de control que echa a perder todo lo que apreciamos. (cf. H. Arendt. La promesa política.)

La misma autora, en Verdad y Política, nos dice la imposible relación entre ellas. Antes que poner ejemplos de ello, deberíamos buscar la excepción. ¿Por qué se miente? ¿Por qué se hace de la mentira la forma de relación? La mentira funciona, y ello se aprende desde niño. La capacidad de mentir nos acompaña desde el exordio de la humanidad.

Safranski, hablando de su última obra, una biografía sobre Goethe, detalla el otro gran peligro: el nihilismo espiritual. “Estamos en una época aventurera. Vivimos el crepúsculo progresivo del cristianismo, que durante 2.000 años había señalado, por así decir, dónde estaba el cielo, hablaba de la sociedad, la fe, la trascendencia. Todo eso se ha disuelto. En lugar de ello, nos hemos instalado en una dimensión horizontal: la verticalidad se ha perdido. Ahí tenemos Internet; no sabría decir cómo se ha desarrollado esto, pero hay una pérdida de sustancia en la realidad espiritual. Una gran densidad en la comunicación pero la mayoría de sus contenidos son pornográficos. A la larga, las sociedades sin cohesión espiritual no pueden sobrevivir. El economicismo solo trae nihilismo”. Cierto, describe la situación alemana, principalmente; pero ello no quiere decir que, no obstante la gran reserva de fe, no estemos nosotros, gracias a la conectividad, en vías de sufrir lo mismo. Y a paso veloz. El caballo de Troya, entre nosotros, fue el laicismo a la mexicana.

“Quien sólo ve y percibe todo lo que sucede en el mundo acaba por entristecerse”, afirmaba quien fue testigo de la agonía y final de la antigua Roma, S. Agustín; y cuánta verdad hay en ello; cuando, únicamente vemos el mundo a través de la noticia, acabamos entristecidos y con la sensación de derrota total. Tal pareciera que sólo el mal en sus más violentas expresiones y la mentira amañada tuvieran derecho a ser propuestas, incluso impuestas, por las bien organizadas campañas de los medios. Pareciera que, para la Verdad, la Belleza y el Bien, no existe lugar. Lo grave es que, de esta forma, se genera una cultura, se cultivan ideas completamente equivocadas, se termina creyendo que ese es el mundo real y normal; la exhibición de las masacres, la publicitación de los peores atropellos, se convierten en motivación, en modelo conductual, se da un mimetismo trágico. Cuando se exhibe el mal sin ningún pudor y el bien y lo bello y lo bueno se soslayan por sistema, se altera el sistema comunicacional de la comunidad. Incluso el lenguaje.

Comprendemos mejor, entonces, lo que significan esos tiempos especiales que las religiones históricas consagran para que sus fieles busquen la unidad del Ser.  Para nosotros la cuaresma. Cuando las cosas se vuelven demasiado turbias, los sociólogos clásicos, se vuelven para mirar a la religión.

¿Qué significa «entrar en la Cuaresma»? Significa comenzar un tiempo de particular compromiso en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, al ‘nihilismo espiritual’  a la ‘desnudez espiritual’, (Camus), en cada uno de nosotros y a nuestro alrededor. Quiere decir mirar al mal cara a cara y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta la causa última, que es Satanás.

Significa no descargar el problema del mal sobre los demás, sobre la sociedad, o sobre Dios, sino que hay que reconocer las propias responsabilidades y asumirlas conscientemente. En este sentido, resuena entre los cristianos con particular urgencia la invitación de Jesús a cargar cada uno con su propia «cruz»,  es decir, asumir su responsabilidad, y a seguirle con humildad y confianza. Mientras la lógica sea: que lo resuelva, el policía, el presidente, el gobernador, los demás; yo no tengo nada qué ver en ello; respecto a los hijos, los niños y jóvenes, pues que la escuela y demás instituciones, iglesia incluida, vean  qué van a hacen. Yo abdico de mi responsabilidad. Allá los otros. Entonces tenemos la descomposición social.

La violencia, que tanto nos lastima, hunde sus raíces en el propio corazón humano y se manifiesta de mil formas en la sociedad, desde la negación del Estado de Derecho, desde la cultura de la ilegalidad, desde las marchas y manifestaciones contra la legalidad, hasta las guerras unilateralmente decididas. Mucho nos queda por meditar sobre la violencia en la política.

Es la religión y no la Ética sola, la que reconoce el pecado, es decir, reconoce desviaciones tan radicales de la libertad que ya no son una simple lesión al derecho de otro hombre, sino rebelión contra el principio mismo del ser de la libertad: la libertad embriagada de sí misma, imponiéndose de pronto por encima de todo, incapaz de escuchar otra voz que no sea la de su soberbia. El hombre que ha hecho la opción por la violencia herirá y aplastará en su camino las libertades humanas encontradas, ignorará los derechos y exigencias propias, acumulará las lesiones y la violencia. Pecado de hombre a hombre, el asesinato, la ejecución, y, al mismo tiempo, pecado contra Dios. He aquí lo terrible de la violencia en cualquiera de sus formas. Y para ello, sólo nos queda la fuerza del espíritu que sacaremos únicamente de nuestra fe religiosa esclarecida.

Entonces nos situamos más allá de la política, arte secundario.

NB.- Con el respeto debido y encareciendo la bondad del deporte, disponer por 20 horas de una arteria tan principal como la Av. T. de la República, se me hace una demasía. Precisamente, la civilidad nos lleva a pensar en el derecho de los demás. Y esas son vialidades muy importantes en la ciudad.