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Solo Dios es
necesario.

J.V. Valeria.

Cualquier lector medio conoce a Fernando Savater. Ensayista, buen escritor prolífico de temas varios; no es propiamente filósofo, – especie extinta -, pero sí lector voraz, una enciclopedia caminando y emérito de la Complutense. Muchos son los títulos suyos que están en los estantes de las librerías que se refieren a temas muy diversos. Podríamos decir que Savater es un hombre que lo sabe todo, que de todo habla y lo hace bien, accesible al público común; un triunfador, pues. Y buen vendedor.

En Ética para Amador, por ejemplo, nos plantea la ética como una necesidad de reflexión; nuestra vida es una encrucijada de decisiones, siempre pero más en la juventud cuando no hay puntos referenciales seguros, estamos siempre ante la necesidad de optar por una cosa u otra, de hacer esto o aquello, de decir la verdad o de mentir. Toda acción humana cae bajo la norma ética o moral. En nuestro camino se abre un racimo de posibilidades. Entonces, la ética, según él, no es un recetario fijo en el que se nos indique, sin más, lo que debemos hacer, el camino a seguir; lo que se impone es la necesidad de una reflexión: ¿por qué debo hacer esto o aquello?, ¿Qué debo hacer para vivir mejor, para ser feliz? Si hago esto las cosas pueden salir mejor; si dejo de hacerlo, las cosas van a ir mal, incluso francamente mal.  ¿Cómo plantear esto a los jóvenes? La ética es, pues, solo la necesidad de reflexionar. Savater escribió este texto para los profesores de ética en la universidad con el fin de suplantar la asignatura de religión por la ética. Estoy seguro que Savater conoce muy bien el Eclesiastés y el libro de los Proverbios. Si presentásemos a los jóvenes, y a los no tan jóvenes, algunos pasajes de estos libros, tendríamos materia de sobra para “reflexionar”. Más material que en la Ética a Nicómaco. “El que rechaza la corrección, se odia a sí mismo”. (Prov.15,32). Y, ¡qué difícil aceptar la corrección! ¿Reflexionar? Pablo VI decía a los jóvenes: “Jóvenes, piensen; lo que quieran, pero piensen”.  “¿Qué es eso, hijo mío? No gastes tus fuerzas en mujeres, tu vigor con las que corrompen a reyes” (Prov.31,1). Ética para Amador lo escribió pensando en su hijo Amador y en todos los jóvenes para invitarlos a la reflexión; pero ¿sobre qué vamos a reflexionar? ¿Sobre la vida y la felicidad? ¿Qué es felicidad? ¿Y dónde y cómo se resuelve el misterio estupendo de la vida? Vemos que no es fácil.   

Pues bien, este buen escritor ha decidido “cerrar la tienda”; se retira a sus 72 años, golpeado por el rayo, del quehacer de escribidor. En una entrevista en audio concedida a El País, expone brevemente sus razones, sus porqués para tomar tal decisión: murió la que fue su compañera, su esposa, compañera de mil batallas, buena lectora, a lo largo de 35 años y él su hundió en una especie de apatía existencial. Y escuchamos, entonces, frases desconcertantes: “Yo ya no estoy vivo, soy un superviviente nada más”. Vivo, dice, pero no como vivía antes; ahora sobrevivo; y todos sabemos lo que es vivir y lo que es sobrevivir simplemente.

Con todo, ha decidido escribir el último de sus libros: ‘La peor parte’, que lleva como subtítulo: ‘memorias de amor’. No había pensado escribir más, pero el recuerdo y como un acto de justicia y a fin de que todos supieran lo que él le debía a Sara, escribió, en tres años, esta última carta de reconocimiento, a la manera de un “ensalmo para hacerla volver”. Y por la fidelidad a los lectores y oyentes de todas partes, no quiso simplemente desaparecer. “Cerrar la tienda sin decir una palabra sobre lo más importante que me ha ocurrido en la vida, que ha sido conocerla y perderla, no me parecía leal”.

“Este libro no trata de mis penas, no soy tan egocéntrico para suponer que el mundo está pendiente de si estoy alegre o estoy triste. La pérdida es el inicio, pero el libro trata de ella, de su vida, de que fue una figura extraordinaria. Se suele decir, con razón, que todos los seres humanos son irrepetibles, pero a ella se le notaba más”. En La peor parte, Savater quiere transmitir al lector la vida de Sara, “hecha de privaciones, de lucha, de energía, de coraje… de manera que los que la conocieron la echen un poco de menos conmigo, y los que no la conocieron sientan no haberla conocido”, explica.

Inevitablemente doloroso el esfuerzo. “Mientras lo escribía me parecía que todavía podía hacer algo por ella. En el fondo, lo radicalmente importante del amor es que da un sentido a tu vida. Mientras lo escribía pensaba que era una especie de conjuro mágico que la iba a traer otra vez a mi lado, pero luego te das cuenta de que es un libro como cualquier otro y no remedia lo importante.

Savater da por terminado su trabajo de escritor. “Yo ya no estoy vivo, en el sentido que lo estaba, soy un superviviente nada más. Te das cuenta de que sobrevivir no es lo mismo que vivir. Ya no es el momento de impulso que tenía antes”.  “Puedo hacer un articulito a la semana en el periódico, pero un libro, planearlo, hacer un proyecto… eso ya no tengo fuerzas. Y no tengo fuerzas por una razón: creo que ya no soy capaz de escribir un libro mejor que este, y para escribir otros peores ya están los demás”, concluye.

En una parte del audio, lo cito no textual, Savater dice que ahora ve la realidad como un dron, volando por encima y que ya no le apasiona eso de la política, “demasiados disparates”. Con un articulillo a la semana basta. Y esto si que es cierto. Muchas veces se pregunta uno si vale la pena escribir sobre tanto disparate, tanta mentira; sobre esa lucha sórdida por el poder; sobre el atentado, el peor en casi un siglo, que es la ley bonilla y sobre la cual el ganso guarda un prudente silencio. Lo del líder petrolero y el futuro de pemex, sobre Collado, – 76.6 millones de euros en Andorra, Medina Mora, Aguililla o Culiacán, etc.,etc. -, ¿no es todo esto una supina estulticia? Ya hay quienes escriben de ello y lo hacen bien, valientes y libres y ello nos hace mucha falta. Yo también veo esto como un dron.

Pero a donde voy es a esta pregunta: ¿por qué el derrumbe de un hombre ilustrado?, ¿No fue suficiente la ética para dar un sentido a la vida, también cuando llega a esa franja de advertencia que es la vejez? ¿Porqué, cuando la muerte nos muerde quitándonos a los que amamos, sentimos que también nosotros morimos y la vida pierde su sentido?

Y es que la vida es vocación a vivir-morir- VIVIR. Este trípode es el misterio de la vida, quitamos un pie y se derrumba. En el vacío del no ser, en el cóncavo caos del no existir, donde no éramos ni existíamos, resonó una voz que nos llamaba a vivir, y respondimos existiendo. “El Dios que da vida a los muertos, y llama a la existencia a lo que no existe”. (Rom.4,17). Vivir es una vocación. Lo de Jeremías vale analógicamente para todos: “Antes de formarte en el vientre meterno, te escogí”. (Jr. 1,5). Si el puro vivir es una vocación, dentro de nuestra vida surgen otras vocaciones: ingeniero o fontanero, inventor o mecánico. Vocación es ser cristiano y también “vivir con El”. Pues no menos vocación es morir. ¿No es el morir cristiano escuchar una llamada? “Venid, benditos de mi Padre” (Mt. 25,34). Es el mismo verbo de la vocación de los apóstoles: “venid a ver”. Sí, morir para venir, cerrar los ojos para ver. “Al despertad me saciaré de tu figura”. (Salmo17,15). Aquí estamos a años luz de una ética impersonal, categórica, de un recetario, y nos situamos ante Alguien que nos espera al fina del camino. “Porque a ti solo espero/ encontrar al final del camino” (Alexandre).

En Los siete pecados capitales, Savater dice que ‘estos pecados “tradicionales”, no los llama bíblico cristianos, y lo son y se adelantan algunos siglos a las psicologías llamadas profundas, se relacionan con el sentido mismo de la vida y de la trascendencia. ¿Por qué muchos escritores esquivan hablar claramente de su formación cristiana? Así nos dejan la pregunta decisiva, que a la postre solo ellos y Dios saben, sobre si creen o no, o creen que no creen.

Que dulce saber que al final volveremos encontramos con los que hemos amado, pero ya como ángeles del Señor, sin la mediación limitada y limitante de la corporeidad, sin egoísmos, sin las limitaciones de la materia.  ¿Lo sabrá, o lo creerá Savater? La peor parte, ¿no la escogeremos nosotros? Sí, hay que reflexionar. Y mucho. Con todo, un tiraje de 186 mil ejemplares. Uffff!

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+ Usará al día 160 tons. de ácido sulfúrico. ¿De dónde se tomará esa agua? ¿Y la reabsorción? Cancerígeno: ingesta, absorción por la piel o por inhalación. Contaminación del agua es letal. 10 tons. de residuos altamente contaminantes. (El Diario. 14 y 15 pasados). Lo peor, semarnap ya autorizó la minita. Pobres de los hijos y nietos de mis amigos. Y nadie vio nada.  ¿Pedir ayuda a Napo? ¡Ah! Pero es canadiense.