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El título es un verdadero “atractor narrativo”. Pero no se alarme el lector. Dia-bolos, etimológicamente significa el que divide, separa, enfrenta, enmaraña, confunde; lo contrario es el sym-bolos, es decir, aquello que une, que favorece el entendimiento y por lo tanto, las relaciones buenas y creadoras, la unidad. En este sentido el diablo es el padre de la discordia, del desorden, de las disensiones, de las difamaciones y los pleitos. Es el padre del desorden.

Esto me viene a mientes a propósito de los vergonzosos acontecimientos en Cataluña que han significado la peor y más ridícula crisis de la joven y heroica democracia española. Me interesa lo de Cataluña porque amo y admiro a España, a su joven democracia y a los esfuerzos que ha hecho para superar el terrorismo doméstico y externo, y la difícil convivencia con la UE.  Amén del carácter levantisco propio de los españoles, que bien que hemos heredado. Pero lo dicho nos hace mirar también a la política nacional. No hace falta más que ver la noticia para descubrir la palmaria división imperante, la lucha enardecida por el poder que no se detiene ante nada: calumnias, mentiras, difamaciones, habladurías, detracciones y distracciones, y todo lo imaginable. El dia-bolos es el eterno acusador de los hermanos que engendra la división. Ya decía el Profeta de Nazaret: “Un reino dividido internamente va a la ruina y se derrumba casa por casa”. Y en México, no reinan precisamente, ni la verdad ni la unidad ni la concordia, solo pleitos y reclamos.

Según Nietzsche, escribe Savater, las cosas que tienen definición no tienen historia y las que tienen historia no tienen definición. Podemos definir la línea recta, porque el tiempo no la afecta; pero en un juez la cosa es diferente porque desde los códigos jurídicos más antiguos – Hammurabi -, hasta los tribunales de hoy las cosas han cambiado sin cesar. Entre nosotros, las elecciones ya no se ganan en las urnas, se ganan en los tribunales.  Y el tiempo que media entre el triunfo y la toma de posesión, unos 5 ó 6 meses, es un tiempo útil para planchar y borrar. La democracia, pues, tiene mucha historia a cuestas: reducir su esencia a urnas, votos, voluntad popular, sondeos, asignaciones económicas descomunales y fuera de control, voluntad popular y otros tópicos simplificadores y tramposos, es abusar de la credulidad ignara de la gente, aprovechando sus pasiones identitarias como es el caso de Cataluña, o los sesgos políticos de Trump, esa xenofobia de fábrica que traemos al mundo hasta que una buena educación nos la borra…si puede. Miro, sí, a España, a Cataluña; pero miro a México y a lo que nos espera.

El caso catalán ha sorprendido a propios y extraños; ha cimbrado la estructura española en general a costa del suicidio. De entrada, más de 550 empresas,  bancos importantes incluidos, han cambiado su domicilio social a otras ciudades españolas ante la incertidumbre; y el turismo bajó inmediatamente en un 50%. Solo los políticos no lo ven.

La revista satírica, Charlie Hebdo, a su estilo, ha hecho, a lo que creo, la mejor crítica a la pretendida segregación catalana. “¿De qué destino trágico quieren liberarse los catalanes hoy?, se pregunta. “La independencia de Cataluña no tiene como objetivo liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni de permitir que la economía prospere, puesto que ya lo hace y, menos aún, para obtener el derecho de hablar una lengua, autorizada desde hace mucho tiempo”; se responde a sí misma Charlie. “La obsesión identitaria que se extiende por Europa como el moho sobre la fruta toca la extrema derecha, pero también la izquierda. Porque el nacionalismo de derechas y el nacionalismo de izquierdas tienen un punto en común: el nacionalismo”, eso es todo. Y si a esto unimos la organización política española en comunidades autonómicas, verdaderamente autonómicas, con su propio poder de autogestión, de gobierno, de definición, etc., siempre preservando la unidad del Reino, como lo estipula la Constitución, entonces, lo que los catalanes tienen, como dicen los españoles, son ganas de j.

Si usted quiere ver el ridículo, la falta de seriedad, el infantilismo del guvern de la Generatitat, le presento parte del discurso del President Puigdemont: «Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat, asumo al presentar los resultados del referéndum ante el Parlamento y nuestros conciudadanos, el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de república. Esto es lo que hoy corresponde hacer. Por responsabilidad y por respeto.

Y con la misma solemnidad, el Gobierno y yo mismo proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada. Creemos firmemente que el momento demanda no aumentar la escalada de tensión sino, sobre todo, voluntad clara y compromiso para avanzar en las demandas del pueblo de Cataluña a partir de los resultados del 1 de octubre. Resultados que debemos tener en cuenta, de manera imprescindible, en la etapa de diálogo que estamos dispuestos a abrir». O sea, que en cuestión de segundos declara y luego suspende la independencia de Cataluña, porque “el momento demanda no aumentar la escalada de tensión”. Esto coincide con una foto ilustrativa donde aparecen el vicepresidente Junqueras y Puigdemont riéndose, tapándose la boca como cuando dialogan el cátcher y pitcher para que no se descubra el contenido del diálogo. “Idiotez o muerte”, titula Charlie Hebdo su artículo sobre el referéndum catalán; y no hay alternativa.

El domingo pasado tuvieron lugar manifestaciones, verdaderas conglomeraciones, tanto en Cataluña como en otras ciudades españolas, en las que los ciudadanos expresaron su desacuerdo con las iniciativas de sus políticos, verdaderas mafias del poder. Este día 12, día de fiesta nacional en España, día de la Virgen del Pilar, patrona de España y de las fuerzas armadas de tierra y aire, se vitoreó la unidad de España; en las calles, en todos los pueblos; en los toros, los toreros dieron la vuelta al ruedo envueltos en la bandera de España. Con todos los trajes típicos de España, de Rumanía y América Latina, se rindió homenaje a la Reina de España, a la Virgen del Pilar.

Todo el pueblo lo ha entendido, menos sus políticos. El núcleo del problema es que tales políticos han sido elegidos ‘democráticamente’.  Hacer como que se declara una independencia que no se deletrea oficialmente y suspender sus efectos “por unas semanas” inconcretas. Es la surrealista conclusión esencial de este martes, escribe X. V. Folch. Solo que es un surrealismo que está afectando todo el sistema social y político de un país.

Si un referéndum, sondeo de opinión o encuesta, en que unos se eligen a sí mismos para repartirse lo que es de todos (sin invitar a los demás), puede pasar por democrático, es por falta de educación, o por indiferencia o apatía. Y los gandayas y mal educados no son especialmente esos jóvenes que no han podido o querido terminar sus estudios ni poseen formación profesional, sino los que tienen carrera y doctorado, incluso en universidades extranjeras, tienen doctorados, pero “como si nada”, dice Savater.

Decía que me interesa el caso catalán en sí mismo, pero tengo la vista puesta en nuestro México. España tiene la fortaleza jurídica para superar la crisis dolorosa. El punto en común es el quehacer político. En México deberíamos leer de nuevo el Ensayo sobre la Ceguera, tesis de Saramago. Es uno de sus libros más conocidos. Saramago la definía como «la novela que plasmaba, criticaba y desenmascaraba a una sociedad podrida y desencajada».

El profundo egoísmo que marca a los distintos personajes en la lucha por la supervivencia se convierte en una parábola de la sociedad actual, trascendiendo así el significado de ceguera más allá de la propia enfermedad física.

Algo hace que esta novela sea muy particular. El autor se da el lujo de obviar los nombres de los múltiples personajes. Solo la exhaustiva descripción que hace de cada uno de ellos permite que el lector los identifique claramente, los describe por alguna característica sobresaliente como la mujer del médico, la mujer de las gafas oscuras, el primer ciego, etc.

«Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven», decía Saramago. Isaías lo dijo 2500 años antes: “Ve y di a ese pueblo: Oíd con vuestros oídos sin entender; mirad con vuestros ojos, sin comprender. Embota el corazón de este pueblo, endurece su oído, ciega sus ojos: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su corazón no entienda, que no se convierta y lo sane”, (Is.6, 9-10). Pienso en México.

Mi credo: “La política se nos ha convertido literalmente en una cuestión de vida o muerte”.