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Salmo sapiencial, que medita sobre la suerte de ricos y pobres, opresores y oprimidos, a la luz de su destino, la muerte. La meditación parte o desemboca en la experiencia religiosa de la salvación.

 

2)         [1]Oíd esto, todas las naciones,

escuchadlo, habitantes del orbe;

3)         plebeyos y nobles, ricos y pobres.

4)         Mi boca hablará sabiamente,

y serán muy sensatas mis reflexiones;

5)         Prestare oído al proverbio

y propondré mi problema al son de la cítara.

 

6)         [2]¿Por qué habré de temer los días aciagos,

cuando me cerquen y acechen los malvados

7)         que confían en su opulencia

y se jactan de sus inmensas riquezas,

8)         si nadie puede salvarse

ni dar a Dios un rescate?

9)         Es tan caro el rescate de la vida,

que nunca bastará

10)     para vivir perpetuamente,

sin bajar a la fosa.

 

11)     [3]Mirad: los sabios muere,

lo mismo que perecen los ignorantes y necios

y legan sus riquezas a extraños.

12)     [4]El sepulcro es su morada perpetua

Y su casa de edad en edad

Aunque hayan dado nombre a países.

13)     [5]El hombre no perdura en la opulencia

Sino que perece como los animales.

14)     [6]Este es el camino de los confiados,

El destino de los hombres satisfechos:

15)     [7]son un rebaño para el abismo,

la muerte es su pastor,

y bajan derechos a la tumba;

se desvanece su figura,

y el Abismo es su casa.

 

16)     [8]Pero a mí Dios me salva,

me saca de las garras del Abismo

y me lleva consigo.

17)     [9]No te preocupes si se enriquece un hombre

Y aumenta el fasto de su casa:

18)     cuando muera, no se llevará nada,

su fasto no bajará con él.

19)     Aunque en vida se felicitaba:

«Ponderan lo bien que lo pasa»,

20)     irá a reunirse con sus antepasados,

que no verán nunca la luz.

21)     El  hombre rico e inconsciente

Es como un animal que perece.

 

+ El salmo es una meditación sapiencial sobre el destino del hombre: su incapacidad de salvarse, v.8-9; su salvación por obra de Dios, v.16. Esta reflexión recibe una respuesta paradójica en Cristo, que comparte la condición humana hasta la muerte, pero dando su propia vida como rescate de los hombres, Mc. 10,45; 1Tim 2,6. Así Dios puede salvar a Cristo «de las garras del Abismo», y por él salva a los hombres. La maravillosa respuesta de Cristo desborda las «sensatas reflexiones» del salmista y descubre la profundidad del «problema» que plantea.

 

 


[1]  2-5  Introducción solemne, de estilo sapiencial; reclama una audiencia universal, que merecen sus reflexiones; en ellas hay un problema o enigma.

[2] 6-10  Los ricos, malvados y opresores no tienen dinero suficiente para comprar a Dios una vida perpetua.

[3]  11  Tampoco la sabiduría basta para salvar al hombre. Los ricos mueren, aunque sean sabios

[4] Ni basta la fama de fundadores de ciudades dándoles el propio nombre, porque a la ciudad terrena sucede la morada del sepulcro.

[5]   13 El hombre comparte con los animales este destino de morir.

[6]   14 Confiados y satisfechos en sus riquezas, en su sabiduría, en su propio poder, no necesitan a Dios.

[7]   15 El abismo es el sheol  o morada de los muertos.

[8]   16 Es la clave del problema: el salmista, que pertenece a los pobres oprimidos, conoce por experiencia que Dios salva, aun del peligro de muerte; quizá espera una liberación posterior. Dios es capaz de salvar incluso de la muerte, del abismo. «Llevar» consigo es la fórmula empleada para Enoc y Elías: es una fórmula misteriosa, que en sí misma queda abierta a varios grados de significación.

[9]  17 La enseñanza, apoyada en experiencia y esperanza, adopta un tono de exhortación. La riqueza de los malvados no debe ser una tentación para el bueno, basta esperar el desenlace.