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En cada diócesis Dios tiene un jardín muy querido, un invernadero donde cultiva las vocaciones sacerdotales. Ahí el Dueño de la mies ve crecer con complacencia a quienes serán sus sacerdotes, a sus otros cristos que prepara como el regalo más grande para su pueblo. El asesinato del seminarista de Chihuahua durante la Semana Santa fue una profanación al vivero divino, como si los puercos hubieran entrado a destrozar una exquisito lirio en el que Dios se alegraba. A los seminaristas Dios los prepara para recibir gracias especiales que ni a los ángeles Dios concede. El Señor quiere confiarles, como futuros sacerdotes, poderes sobre la misma persona de su Hijo divino. Por eso el homicidio de Samuel Gustavo es un grito desgarrador que ha llegado hasta el cielo y que confirma que Chihuahua todavía vive en la tarde del Viernes Santo.