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Salmo 130 (129)

«De profundis»

(1) Canción de las subidas. 
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
(2) Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
(3) Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
(4) Pero de ti procede el perdón, y así infundes temor.
(5) Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
(6) mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
(7) Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;
(8) y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

Meditación

Suplica individual, con invitación a la asamblea. Siete veces se invoca el nombre del Señor en este breve salmo. Es uno de los salmos hermosos, profundos, intensos que brotan de lo más ‘profundo del hombre’. Este hermoso salmo penitencial nos revela que la verdadera desgracia, la que ocasiona el desastre y la muerte, es el pecado. «La paga del pecado es la muerte», dice Pablo; también dice «Por el hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte». Debemos de abandonar el pecado, dejar de hacer el mal y volver al Señor.  Desde lo hondo de mis pecados, de nuestros pecados, del pecado que se hace forma de convivencia y relación, desde ahí gritamos al Señor.

vv.1-2. Lo hondo es para los Israelitas temible, incomprensible, emparentado con la muerte y el abismo. Desde su hondura humana el hombre grita, y su grito sube al cielo.

vv.3-4. La hondura radical es el pecado que aleja al hombre de Dios, lo envuelve en la oscuridad. Solo de Dios puede venir el perdón, por eso el hombre ha de respetar a Dios con temor sagrado (el temor de Dios).

vv.5-6. En su ignorancia y oscuridad el hombre puede atravesar la oscuridad con su grito; después aguarda y espera. Como la aurora devuelve la luz, así Dios enviará a la luz.

vv. 6-8. Como el individuo, todo el pueblo ha de asumir la actitud de humilde expectación: amanecerá la misericordia, el Señor redimirá del pecado.

La liturgia cristiana ama este salmo penitencial. Aunque la iglesia y cada uno de los cristianos han sido tocados por la luz de Cristo, sin embargo, viven en lo hondo del mundo y pecan. La redención copiosa de Cristo se va realizando continuamente en una expectación continua de la redención definitiva.