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“La más importante batalla por la libertad se está dando en las calles de Venezuela y no es justo que los jóvenes, que la lideran, no obtengan el apoyo de Gobiernos y organizaciones democráticas”, ha escrito Vargas Llosa en un estrujante artículo publicado en El País. ¿Por qué, me pregunto yo, esa lucha humanamente hablando tan importante como las demás luchas que se llevan a cabo en el mundo por la dignidad humana, la libertad, la propia identidad, con la atención precisa de los organismos internacionales, por qué, digo, esa lucha por la dignidad en Venezuela, sostenida por estudiantes, parece no importar a nadie, ni a la OEA ni a la ONU ni ninguna de tantas e inútiles organizaciones internacionales que exhiben flamantes títulos? Créame, siempre que escribo sobre tales situaciones, estoy pensando en México. Resulta altamente preocupante que detrás de todo esto se encuentre una determinada forma de entender y hacer política. La política se nos ha convertido en una cuestión de vida o muerte; tanto más cuando parece haberse convertido en un cheque en blanco.

El País transmitió completa una entrevista hecha a Vargas Llosa por una televisora, entrevista que fue censurada por el gobierno. No dijo Vargas Llosa ninguna novedad, en realidad. Hablaba de Venezuela como el país con mayor índice de violencia y pobreza en el mundo, víctima de la desestabilización y de la crisis insostenible del gobierno; dijo que Venezuela se encaminaba a la dictadura más feroz en manos de los herederos de Chávez. Que Chávez era una fuerza natural y un hombre carismático, pero era un iluso que no vio el derrumbe de los sistemas, que no leyó el momento y llevó al pueblo a una aventura desastrosa y el pueblo, ahora, está despertando. Paradójicamente, añadió, que se trata de unos de los países naturalmente más ricos del mundo. Hiperinflación. Deuda, como si las deudas no tuvieran que pagarse. Antes de ver si hay con qué pagarlas se ha de ver cómo y para qué se contrajeron y dónde están invertidas. Que haya mucho petróleo no justifica por sí mismo las deudas. Calló, sin embargo, sobre el papel de Cuba en el enjuague y sobre el petro-dinero venezolano para financiar ideologías en el Continente.

“Las palabras también se gastan con el uso, dice Vargas Llosa. Libertad, democracia, derechos humanos, solidaridad, vienen a nuestros labios a menudo y no quieren decir ya casi nada porque las utilizamos para decir tantas cosas o tan pocas, que se desvalorizan y afantasman al extremo de convertirse en meros ruidos. Pero, de pronto, unas circunstancias sociales y políticas las recargan de contenido y de verdad, las impregnan de sentimiento y de razón y es como si resucitaran y expresaran de nuevo el sentir de todo un pueblo”.

El autor de la frase “la dictadura perfecta” ha pasado unos días en Venezuela. Es del contacto con la hiriente realidad de donde brotan testimonios valiosos aunando a ello la calidad periodística y literaria de Vargas Llosa. “Es lo que vivo en estos días, en Venezuela, escuchando a dirigentes estudiantiles y líderes de oposición, a hombres y mujeres comunes y corrientes que nunca antes hicieron política y ahora la hacen, jugándose los trabajos, la tranquilidad, la libertad y hasta la vida, impelidos por la conciencia de que si no hay un sobresalto nacional democrático que lo despierte y movilice, su país se va a la ruina, a una dictadura totalitaria y a la peor catástrofe económica de toda su historia”. Esto da a la obra de Vargas Llosa un enorme valor agregado.

En el fondo, este hecho pone de manifiesto el lado oscuro, o débil de la democracia. También en Cuba, creo, hay elecciones. Lo paradójico es que estos gobiernos, como en el de países del área, con las modificaciones pertinentes a la constitución –mal que se ha hecho endémico–, se tornan en dictaduras democráticas. El sistema ha dejado de ser la esencia de aquello según lo cual es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. R. Legros en su Advenimiento de la Democracia, citando a Tocqueville, dice que en las sociedades aristocráticas “uno no ve a sus semejantes más que en los miembros de su casta (clase)”. En cambio, en las sociedades democráticas, los hombres ya no ven a sus semejantes únicamente en aquellos que se les asemejan por su manera de vivir, de pensar, de actuar, de sentir: de manera habitual, ven a sus semejantes en los miembros de la humanidad.

Así, pues, principio de igualdad de condiciones, autonomía humana e independencia individual. Pero, ¿dónde y cómo se da esto, realmente? Más bien parece cierta la aseveración de Nietzsche: “la democracia es la dictadura de la estupidez”. O, peor aún, como escribe Mirabeau: “Nos diferenciamos de esos mansos animales, las reses, llevadas al rastro, solo en cuanto que nosotros elegimos a nuestros verdugos”. Triste cosa es que la democracia llegue a tal grado de perversión, aún terminológica.

La “Primavera Árabe” comenzó cuando, en Argelia, un humilde vendedor de verduras ambulante, como los tantos que vemos en nuestra ciudad, fue brutalmente agredido por la policía por contravenir la ley y le fue confiscada su mercancía; el hecho indignó a la población y, vía las redes, el incidente se propagó por todo el mundo árabe con las consecuencias y resultados que todos conocemos. Una primavera que pronto terminó en crudo invierno. El último capítulo de esta tragedia se está escribiendo en Siria. Todos sabemos cuándo empieza una revolución, pero nunca sabemos ni dónde ni cómo terminará. Una de las caras más desoladoras de Venezuela es la violencia feroz y sin precedentes que se ha apoderado del ambiente. Parece que fue, como en el caso árabe, la violación de una joven universitaria, y la impunidad subsecuente, la que desató la protesta juvenil, fue la gota que derramó el vaso. Dejo la palabra a Vargas Llosa.

“Aunque el proceso viene de atrás –las últimas elecciones han visto crecer de manera gradual la oposición al régimen chavista–, el cambio cualitativo tuvo lugar a comienzos de febrero de este año, en San Cristóbal, Estado de Táchira, cuando un intento de violación de una joven en la Universidad de los Andes llevó a los estudiantes a convocar una gran marcha contra la inseguridad, la falta de alimentos, los secuestros, los desmanes de los sicarios y la sistemática restricción de las libertades ciudadanas. El régimen decidió aplicar la mano dura. La Guardia Nacional y las fuerzas paramilitares –individuos armados con pistolas, cuchillos y garrotes, montados en motos y con las caras cubiertas– atacaron a los estudiantes, los golpearon y abalearon, matando a varios de ellos. A las decenas de detenidos los llevaron a cuarteles alejados donde fueron torturados con picanas eléctricas, golpes, sodomizados con palos y fusiles y las muchachas violadas”.

Este párrafo nos recuerda páginas de La Fiesta del Chivo, páginas de terror, si hay terror. Y todo ante la indiferencia internacional. Pero bien se curan en salud los países con eso de la libre determinación, de las soberanías y otras muchas palabras que, como dice Vargas Llosa, han perdido el valor. Lo que priva simplemente es el hambre, de justicia sobre todo.

“La muerte les sienta bien” titula un enjundioso artículo sobre el tema Paulina Gamus, venezolana ella; ahí inserta este párrafo: “A esto nos ha conducido un proceso político que se ha empeñado en excluir a la mitad del país, en maltratarla con insultos y atropellarla con los hechos. No es de extrañar la actitud indiferente, casi de hábito, ante las muertes violentas de 200 mil venezolanos desde que comenzó el gobierno de Chávez, un 400 por ciento más que en los 40 años anteriores.

En 2013 los asesinatos alcanzaron la cifra record de 25 mil, mucho más que en Colombia donde existe la narcoguerrilla terrorista de las FARC o las causadas por la mafias del narcotráfico en México o por el fanatismo religioso en Irak. De los 200 mil homicidios, apenas el 2% fue resuelto. Así funciona la justicia revolucionaria y de esa manera nos ha transformado en una sociedad que mira la muerte de reojo y sin piedad. Una vez dijo Jorge Luis Borges que hay que tener cuidado al elegir los enemigos porque tarde o temprano uno termina pareciéndose a ellos. Justo lo que nos pasa”.

Los males nunca vienen solos. Resulta obvio que ante un caos de tal magnitud no pueden menos que resultar afectadas las estructuras básicas de la república. El sector básico de toda nación es la educación. Cuando este sector resulta seriamente afectado, el futuro queda cancelado. “Educación chavista: sueños y realidad” titula Maruja Tarre un artículo en El País este día 7: “En vez de ser el gran éxito de la revolución bolivariana, la educación ha sido uno de sus mayores fracasos”.

La mentira se vuelve forma de relación. El engaño y la propaganda masiva se vuelven la verdad. No nos extrañe, entonces, el monto estratosférico de recursos que los gobiernos de todas partes destinan a “la imagen” dentro y fuera del país, a la publicitación de la obra, prometida, hecha y por hacer, y a los aciertos de sus acciones. Maruja Tarre es catedrática de la Universidad Simón Bolívar, Caracas.

Escribe, pues, no solo con valentía sino con conocimiento de causa: “Venezuela es una enorme aula” dijo Chávez en alguno de sus discursos y en efecto, la revolución bolivariana ha lanzado cantidades de Misiones, programas educativos, aldeas universitarias, “escuelas simoncitos”, “computadoras canaimitas”. Un gasto desordenado e ineficiente, una cantidad gigantesca de propaganda destinada a la UNESCO, UNICEF, Internacional de la Educación y cuanta agencia educativa existe en el mundo, para convencerlos de que en Venezuela se está formando el Hombre Nuevo, el revolucionario perfecto que ha de seguir luchando por el socialismo del siglo XXI.

En la realidad, Venezuela es un país con escuelas arruinadas, donde los petrodólares no alcanzan para el “vaso de leche escolar” que se le daba a los niños desde hace décadas, donde no hay electricidad para conectar las computadoras. Un país con una delincuencia desatada, donde bandas de menores de edad (que supuestamente deberían estar en la escuela) matan a sus víctimas después de torturarlos salvajemente. Un país donde los docentes, tanto maestros como profesores universitarios, tienen los salarios más bajos de América, apenas por encima de Haití. Un país donde los jóvenes tratan desesperadamente de emigrar o están en las calles protestando ante la falta de futuro bajo el régimen chavista”.

Como ejemplo del culto a la personalidad, copio textualmente, el programa (impuesto por el Ministerio) para las escuelas públicas en la semana del 10 al 14 de marzo de este año, cuando se cumplió un año de la muerte de Chávez:

1. Oración por la vida y por la paz.

2. Entonación del Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela

3. Un (01) minuto de aplausos en memoria a la grandeza y el amor a la Patria del Comandante Supremo y Eterno Hugo Rafael Chávez Frías

4. Breve reseña biográfica del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías a cargo de un o una docente del plantel.

5. Reseña del Día Internacional de la Mujer.

6. Dibujos alusivos al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías por parte de los y las estudiantes.

Lo único que puedo agregar es que, a pesar de este adoctrinamiento feroz, nuestros estudiantes no se han dejado convencer. En ninguna de las universidades donde hay elecciones han ganado los candidatos chavistas. Los estudiantes siguen, a pesar de la represión, protestando en las calles de todo el país. En cuanto a los libros para los más chiquitos, existe desde la época colonial, una consigna libertaria “Se acata pero no se cumple”.

En solitario los jóvenes venezolanos están enfrentado su situación que, con lo dicho queda más que clara: desesperación e ira del pueblo en un amplio y consciente sector; pobreza, hambre, inseguridad y prepotencia e insensibilidad por otra. Defensa a ultranza de la ostentación del poder, por lo tanto, impunidad y ofensa.

Con esta nueva vuelta de tuerca cierro: “Cuando el conflicto en Venezuela parecía amainar, apareció de pronto la voz serena del ministro del Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, para denunciar que la pugna en las calles de Venezuela ha adquirido un cariz subversivo.

Lo anunció en una rueda de prensa el pasado viernes, lo amplió el pasado domingo en una entrevista que lideró un compañero de gabinete y durante toda la semana ha seguido insistiendo en esa tesis. Los cortes se han dejado paso, según el Gobierno, a una expresión mucho más peligrosa e incierta, que incluiría el asesinato o el intento de asesinato de chavistas y la actuación de grupos subversivos”. (Alfredo Meza. El País 08.05.14 )

El futuro es cada vez más incierto para ese país. Creo que los partidos políticos mexicanos deberían levantar la mirada sobre las olas. México también está abusando de sus recursos. Recursos de todo tipo. Vicios como los que atosigan a Venezuela los vemos aquí, en versión mexicana, claro.

El caso Michoacán, por la responsabilidad de autoridades, hablo de lo que es público, es gravísimo. El puerto más importante de nuestro Mar Pacífico convertido en puerto libre para el delito, de aquí para allá y de allá para acá. ¡200 mil tons.! de productos mineros ferrosos incautadas en corto tiempo. Sólo para embarcarlas.. “y nadie vido nada”!