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26.07.09.

Si la visión distorsionada sobre el hombre, si la mentira es cada vez más descarada, si el mal es cada vez más hiriente, entonces la verdad ha de ser propuesta con mayor claridad; con sencillez, pero, al mismo tiempo, con convicción y fuerza, escribía yo en este espacio el 26.07.09. Vuelvo en retro perspectiva a aquella entrega.12 años ha, ¿dónde estamos ahora? ¿Cuántas iniciativas habidas? ¿Cuáles han sido los resultados? 

Riva Palacio, entonces, me inspiró: “La generación Z”. Los cuerpos policíacos y carteles han cambiado de nombre y la realidad empeora.  Los hechos han de ser interpretados. Podemos hablar de una generación perdida; ésta y de las que vienen. El trabajo de recuperación será lento, difícil y a muy largo plazo, porque lo que tiene que ser recompuesto necesitará de una cirugía mayor ya que son las estructuras básicas de la sociedad, la familia, sobre todo, las que han de recuperarse.

Perdimos la capacidad para ver la relación causa–efecto; nada es de generación espontánea. Así que ni el crimen, organizado o desorganizado, ni el hecho de que jóvenes están matando y muriendo, son hechos que no se dan nomás porque sí. Existe una causa que, si desconocemos y descuidamos, todo irá a peor. Deberíamos, pues, avocarnos a encontrar la raíz de los hechos que tienen a la sociedad en jaque. La balacera en Colima capital, guarda similitud con Ucrania. 

Riva Palacio pinta el caldo de cultivo de donde está brotando el mal que nos atosiga. La entrega es una hipótesis de trabajo en serio: «el esquema de los z. y otros cárteles se aplica en los sectores de la población más marginados, provenientes de núcleos familiares rotos, de la violencia intrafamiliar, sin educación, ni ingresos y, sobre todo sin ninguna esperanza o expectativa de mejora. Son parte de la generación de la crisis, en el fondo de la cadena productiva; vienen del lumpen, o de los linderos de la vida más miserable. En esos segmentos sociales, el reclutamiento es mucho más sencillo tal como lo experimentan los z.». 12 años después J. Fernández M. escribe “CJNG y cárteles unidos: no fue Calderón”, de lectura obligada. (Diario. 04.03.22).

Causa-efecto. Y el hecho es que la pobreza, los círculos de miseria, ese lumpen humano, ciénega de miseria y desesperación, de hacinamientos, donde no pueden brotar ni subsistir siquiera las relaciones humanas más fundamentales como es la familia, ahí donde los horizontes simplemente no existen, esa realidad, digo, no sólo sigue intacta, sino que se amplía y ahonda. Por lo tanto, esa situación de millones de seres humanos sigue siendo la cantera donde se abastecen las filas del crimen. 

Al lado de esa miseria social, está el abandono espiritual, la orfandad religiosa de las nuevas generaciones. Para salvar la sociedad, hay que comenzar por los jóvenes y especialmente por los niños que serán los hombres del mañana. Estos capullitos de hombres y mujeres harán o no harán más fraterno el mundo del futuro. Los niños tienen un derecho estricto e inalienable de conocer a Cristo y de vivir su vida. Tienen pleno derecho a alimentarse del Evangelio y de la Eucaristía. La verdadera pobreza radica en el alma. ¡Tantos niños y jóvenes dejados huérfanos religiosamente! 

La Iglesia por su presencia capilar en la sociedad tiene la gran oportunidad de ayudar en este campo a sabiendas, que los padres son insustituible. Ni pura sociología ni fundamentalismo religioso. Hoy nuestro camino se ha tornado oscuro, no sabemos que rumbo tomar, y parece que no tenemos herramientas para enfrentar una situación de miedo e incertidumbre, cuando el mal, en todas sus manifestaciones y formas, toma caracteres apocalípticos; ¿no será que hemos errado el camino? 

De niños, vaguitos, la abuela nos gritaba “estos no tienen temor de Dios”. La frase es densamente bíblica, porque la ausencia del temor de Dios significa la pérdida del sentido de su presencia en nuestra vida; la falta de temor de Dios es la extinción práctica de Dios mismo en nuestra existencia, en nuestra historia, en nuestra cultura. “Cuando quitamos a Dios, suprimimos el problema del bien y del mal”, (Dostoievski). ¿No estará aquí la causa del desastre? Decretando la muerte de Dios, Nietzsche pone fin, igualmente, al problema sobre el bien y el mal; la discusión sobre la moralidad se volvió innecesaria. El hombre no es más que fisiología y aquí no hay moral. “La Suprema Corte de Justicia estableció que los menores de edad tienen derecho a que se les expida un acta de nacimiento que reconozca su identidad de género auto perceptible”. Eso de género auto perceptible, ¿qué quiere decir? ¿Qué la identidad es percepción? ¿La naturaleza ya no existe? (Diario. 04.03.22).

Anselm Grün, en su pequeña obra “Los diez mandamientos”, (= DM.), dice: “Nuestro mundo se torna cada día más complicado e incomprensible. En efecto, no hay reunión, familiar o de amigos, de albañiles o de empresarios, de creyentes o no, en que no aflore el tema de la complejidad e incomprensibilidad de lo que estamos viviendo. Todo mundo nos habla de la situación difícil y compleja; el tema llena redes y medios, pero nadie nos hemos hecho la pregunta, a fondo y seriamente, ¿por qué hemos llegado a este punto? ¿Dónde perdimos el camino?”. Vargas Llosa hace decir a uno de sus personajes: “¿en qué momento se jodió el Perú? Igual de perplejos estamos los mexicanos, los juarenses. Preguntaron unos periodistas, a don J,V, el por qué las juventudes americanas, entonces, andaban desorientadas, doctrinalmente; respondió: “¿Andan perdidos?; ¿desde cuándo se les perdió el Evangelio?” En un determinado momento de nuestra historia perdimos contacto con las vigorosas tradiciones que habíamos heredado, perdimos nuestro capital humano, y fuimos barridos por un modernismo desvinculante que rompió todos los muros de contención de la conducta humana, destrozando el primero y más importante, la familia. ¿No sería ese el momento en se “jodió” todo?

Dice Grün: “Por esta circunstancia mucha gente busca una clara orientación e indicaciones certeras para alcanzar una vida plena. Los DM. pretenden ser estas indicaciones que orientan nuestra vida y la vuelven al buen camino. En la medida en que nos indican por donde ir, también nos suministran la fuerza para emprender el camino. Pues quien conoce el camino, descubre dentro de sí más fuerza y motivación que el que marcha sin rumbo. El desorientado malgasta mucha energía al probar varias direcciones, dar la vuelta una y otra vez para volver a hacer siempre el mismo tramo del camino. Quien conoce el camino, también conoce las fuentes de la que puede sacar fuerza para alcanzar su destino”. La “falta de sentido”; define la situación de desorientación, de pérdida del camino. El no saber a dónde ir, de dónde venimos, qué estamos haciendo aquí, ni por qué un día tenemos que marcharnos, convierte la vida en un absurdo, y en esas circunstancias pueden hacerse las opciones más devastadoras. Riva Palacio afirma: “los z. abrevan de los hijos de las generaciones de crisis. Para muchos es mejor apostar en vida y vivir mejor mientras se pueda, que morir inevitablemente, (de hambre), si insisten en vivir dentro de la legalidad”. ¡Qué terrible! Suprimir horarios corridos dejando en el ocio a millones de niños y ofrecer dinero a jóvenes sin oficio ni beneficio, no es solución, es un absurdo.

Termino con esta cita de B.XVI.: “Queridos amigos, no os desaniméis. La Providencia ayuda siempre al que obra el bien y se compromete por la justicia; ayuda a quienes no piensan sólo en sí mismos, sino también a quien está peor que ellos. Los valores fundamentales de la familia y del respeto a la vida humana, la sensibilidad por la justicia social, la capacidad de afrontar la fatiga y el sacrificio, el fuerte lazo de unión con la fe cristiana a través de la vida parroquial y especialmente la participación en la Santa Misa, han sido vuestra verdadera fuerza a través de los siglos. Serán estos mismos valores los que permitirán a las generaciones de hoy construir con esperanza su propio futuro, dando vida a una sociedad verdaderamente solidaria y fraterna, donde todos los ámbitos, las instituciones y la economía estén permeados de espíritu evangélico”.

Escrito el 26.07.09. ¿Estamos mejor ahora? ¿Qué ha cambiado? ¿La República va por camino mejor? ¿No son los sentimientos de incertidumbre, miedo, ansiedad, fatiga existencial, paranoia, el denominador común; masacres y crueles enfrenamientos? Lo cierto es que ese “lumpen humano” ha crecido. Armas y fentanilo también. Ahora para colmo de males, “EE UU asegura que Rusia tiene desplegados más espías en México que en cualquier otro país. El jefe del Comando Norte advierte al Senado de esfuerzos de interferencia rusa coordinados desde el sur de la frontera”.