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En el fondo queremos solo
una cosa: la vida
bienaventurada.
Agustín.

Ciertas formas del periodismo merecen ya el dictado de género mayor: el artículo de fondo, el ensayo, la entrevista; éstos impiden que el periodismo sea un anecdotario, por lo general, alarmista. La fuerza de penetración y el prestigio de un diario reside en su calidad editorial; ahí se capta e interpreta el momento en su candente actualidad y se busca la intrincada red de causas y efectos. Ahí encontremos pensadores de talla mundial, profesores universitarios, economistas, filósofos, novelistas, poetas, dramaturgos, etc.

De El País tomé estos últimos días una serie de artículos sobre el tema actual, unas 70 páginas, o sea, un pequeño libro. Quiero compartir con ud. un fragmento del pensamiento de estos escritores sobre la situación que nos abruma.

  1. Comienzo con “Una ruta para políticos, expertos y ciudadanos ante la covid-19 en México”. “El director del Centro de Estudios de América Latina de la Universidad de Stanford, Alberto Díaz-Cayeros, reflexiona sobre algunos aspectos de diseño de la política pública que requiere México”. Invita a la lectura. He aquí unos fragmentos.

“El proceso de la epidemia, los costos económicos que se vislumbran y el abanico de posibles respuestas de políticas públicas, en México, ya son bastante claros. Desde las ciencias sociales sabemos, primero, que el éxito de los procesos de confinamiento y la reducción de actividades económicas a las mínimas necesarias ha dependido de que la ciudadanía confíe en los mensajes públicos de salud, y obedezca las medidas de distanciamiento social. Debido a los mensajes contradictorios de la propia autoridad, en México no se construyó suficiente confianza social. Existe una posibilidad real de que se tenga que recurrir eventualmente a medidas más drásticas de vigilancia policial si la enfermedad se sale de control”.

“Sabemos que son los mexicanos más pobres y que sufren de condiciones de salud más precarias son los pacientes más vulnerables. Se habló de una enfermedad de ricos, pero los pacientes en mayor riesgo de muerte porque tienen condiciones endebles de salud, presentando factores de comorbilidad, son los pobres. Quienes están más expuestos al contagio por desplazarse en transporte público y seguir trabajando sin las adecuadas protecciones, son los pobres. Sabemos que en muchas enfermedades es común que los pacientes pobres tarden más en buscar atención médica. Esto no se debe a ignorancia o suspicacia sobre los mensajes y lineamientos de sanidad pública, sino porque los indígenas, los trabajadores informales, y en general los mexicanos en un país con una desigualdad tan profunda han experimentado siempre que el servicio de salud pública no los atiende con la misma dignidad, oportunidad y respeto que a los ricos. En un país con tanta desigualdad y pobreza, resultará fundamental que la condición de poder de pago no determine qué vida se salva”.

  1. Pandemia: “bienvenidos al desierto viral”, es el nuevo ensayo del filósofo esloveno, Slavoj Zizek, que reflexiona sobre el mundo que seguirá a la covid-19.

“La propagación actual de la epidemia ha activado también una vasta epidemia de virus ideológicos que estaba latente en nuestra sociedad: noticias falsas, teorías de la conspiración paranoicas, (¿?) estallidos de racismo. Junto a la fundamentada necesidad médica de las cuarentenas, nos encontramos también con la presión ideológica para establecer nítidas fronteras y poner en cuarentena a los enemigos que suponen una amenaza para nuestra identidad. Pero quizá se propague y con suerte nos infecte otro virus ideológico mucho más beneficioso: el virus de pensar en una sociedad alternativa, … , una sociedad que se actualice en forma de solidaridad y cooperación global. Se ha extendido la especulación de que el coronavirus podría conducir a la caída del régimen comunista chino; Gorbachov que la catástrofe de Chernóbil desencadenó el final del comunismo soviético. No nos enfrentamos tan solo con amenazas virales, sino que hay otras catástrofes que asoman en el horizonte o que ya están ocurriendo: sequías, olas de calor, tormentas mortales, hambrunas, falta de agua potable, etc. En todos estos casos, la respuesta no es el pánico, sino una labor ardua y urgente para establecer algún tipo de coordinación global eficaz.”

  1. Richard Sennett, sociólogo estadounidense, profesor en la London School of Economics y en el MIT. Además, es asesor de la ONU, donde elabora estrategias contra el calentamiento global, está atrapado en Londres, en su pequeño apartamento. Su tema es el cambio climático.

“Una de las opciones es la reingeniería de las ciudades. “Que una de las cosas en las que tenemos que fijarnos, en cuanto a la vida en las ciudades, es cuán densos podemos vivir. Para cuestiones climáticas, la densidad no viene mal. Interesa que la gente viva más compacta, que use el transporte público y no se mueva cada persona aislada en su coche”. Y pone el ejemplo de París, “La mejor propuesta que he oído para las ciudades ricas es de la de la alcaldesa de París: crear nodos de concentración, lo que ella llama “ciudades de 15 minutos”. En éstas, la gente puede llegar en bicicleta o andando en 15 minutos a donde tiene que ir, que no necesite de transporte público que es muy peligroso en casos como el que vivimos actualmente. Es un cambio enorme. Se parecería más a Londres, que es una especie de cúmulo de muchas ciudades en las que te puedes mover a pie”. (Esto es impensable para nosotros donde el centro de trabajo está a horas del domicilio y hay que tomar varias “rutas”. ¡Y que rutas!).

  1. “Esta crisis es una prueba de fuego para nuestra especie”. El novelista y dramaturgo Ariel Dorfman explora en su obra los efectos del miedo, la violencia y el exilio, explica por qué cree que los tiempos peligrosos no son incompatibles con la esperanza

“La pandemia ha dejado a millones de personas atrapadas en un presente continuo. Impedidos de proyectar el futuro como antes, de basar nuestra marcha hacia adelante en un puñado de ilusiones tan pueriles como desesperadas, un trabajo mejor, cruzar vivo la frontera, abrir un negocio, cambiar una sociedad, que alguien nos espere; el confinamiento nos obliga a mirar alrededor con crudeza, a evaluar la distancia entre nuestras ambiciones y nuestras posibilidades bajo una luz nueva y despiadada, como si de pronto hubiésemos despertado a mediodía en medio del desierto. “Un lugar de muerte y duras pruebas, un lugar que hay que evitar”, escribe Ariel Dorfman.  

“Existe el peligro de que quienes ostentan el poder en algunos países utilicen esta crisis gigantesca para imponer una regresión autoritaria, una tendencia que ya se nota. Es un momento en que veremos el vigor y arraigue que tiene la democracia como práctica y como aspiración o si, como lo advirtió la expresidenta M. Bachelet, ciertos gobiernos van a usar el coronavirus como excusa para “socavar el Estado de Derecho”. (Sí, lo único que nos queda son las urnas. Este artículo de Dorfman merece ser leído; y de pie. 09 MAY 2020).

Pero faltan datos: la pandemia hundirá a 11 millones de mexicanos en la pobreza extrema; más los que ya habitan ahí. 1.5 millones morirán de tuberculosis abandonados por atender la crisis viral. Se esperan unas 500 mil muertes más por el VIH en África, por la misma razón. El 40% de la población mundial, 3.000 millones de personas, no tienen una instalación para lavarse las manos con agua y jabón en casa. Ni retrete. Aquí se dice que algodonales se riegan con agua potable. Los juarenses no nos hemos portado bien.

Junto a estos pensadores pongo mi artículo Camus y la Peste. (03.27.20). Y me plantaría ante ellos con las palabras de BXVI. ¿Tiene futuro la humanidad? Y si lo tiene, ¿de qué futuro se trata?

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Bien por el Supremo: buen batacazo a Bonilla y sus ambiciones; amigo del presidente a quien llevaba a ver a los Padres de San Diego.

Pero … ¡la militarización de la policía que tan duramente criticó durante su larga espera!