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Declaración sobre tiroteo masivo en El Paso
3 de agosto de 2019

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”. Mateo 5,4

Después de este trágico día en El Paso, mi corazón está lleno de tristeza por tantas víctimas y por sus familias. El sábado comenzó como cualquier otro. La gente realizaba sus actividades diarias. Algunos optaron por hacer una parada en el Walmart local para llevar algunas cosas. Y luego la insensatez del odio y de la maldad irrumpió con su agresión sin sentido.

Como ministro, estoy llamado a estar presente para quienes sufrieron este ataque y para sus familias. Tengo que hacerlo con un sentido de serenidad. Pero cuando visité a las víctimas y a sus seres amados, mi corazón se rompió por dentro. Sus preguntas también son mías. ¿Por qué los niños inocentes? ¿Por qué las madres con bebés en sus brazos? ¿Por qué un ser humano tendría que sufrir tal violencia?

Una vez más, en nuestra nación, vemos la cara del mal. Vemos los efectos de una mente poseída por el odio. Vemos los efectos de la pecaminosa e insípida convicción de que algunos de nosotros somos mejores que otros debido a la raza, religión, idioma o nacionalidad.

“El Señor esperaba justicia, pero encontró derramamiento de sangre; esperaba rectitud, pero encontró el clamor de los gritos de angustia (Isaías 5,7)

En los últimos meses, las tierras fronterizas han demostrado al mundo que la generosidad, la compasión y la dignidad humana son más poderosas que las fuerzas de división. La gran enfermedad de nuestro tiempo es que hemos olvidado cómo ser compasivos, generosos y humanos. Todo es competencia. Todo es avaricia. Todo es frio. La ternura y el amor -que no conoce fronteras-, son crucificados en un torbellino de mortal egoísmo, miedo y venganza.

Fue precisamente para enfrentar este mal diabólico que Dios envió a su Hijo al mundo. Fue para entrar en medio de la maldad y experimentar toda su fuerza que el inocente, Jesús, experimentó su pasión y su cruz. ¡Justo cuando parecía que el mal había ganado, Cristo salió victorioso!

Esta es mi esperanza para todos los que han sufrido hoy esta tragedia, y para nuestra comunidad. El mismo Cristo sufriente está en medio de nosotros. El es nuestro compañero. Confiamos en que él levantará a los caídos, traerá la sanación a las víctimas y consolará a nuestra comunidad rota.

Nuestra comunidad de El Paso se levantará por encima de este terrible día. Nuestro Dios es un Dios amoroso, mayor que el odio, más poderoso que el mal. Confiamos en que vamos a presenciar el cumplimiento de sus palabras: “¡He aquí, yo hago nuevas todas las cosas!” (Ap 21, 5)

Hoy vamos a llorar a los que murieron y orar por ellos. Mañana volvamos a comprometernos con el amor. Y vamos todos a prepararnos para la acción, para superar las fuerzas de la división y construir una sociedad más amorosa.

Exmo. Mark J. Seitz, DD
Obispo de El Paso

Traducción: Parroquia Jesús Maestro