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Les mando un saludo lleno de la caridad de Cristo y de mi gratitud porque se han acordado de mí ante el Señor en esta enfermedad que voy cruzando y de la que, con el favor de Dios, habremos de salir.

 

He recibido sus saludos, la certeza de sus oraciones y de esta manera vivimos ese dogma que se llama “la comunión de los santos”, es decir, en que todos estamos unidos y poseemos en común la riqueza de la fe, de la esperanza, y de la caridad, que el Espíritu Santo ha infundido en nuestros corazones. Les agradezco infinito sus muestras de afecto, de cercanía y de cariño.

 

No debemos orar solamente por nuestras cosas; debemos orar todos por todos. San Cipriano (siglo IV) decía que si oramos unos por otros entonces nuestra oración es más fuerte.  Yo oro por ustedes donde estoy, oro por nuestra ciudad, por nuestro mundo, por cada uno de ustedes y ustedes hacen otro tanto. Entonces la oración de la Iglesia lleva el dolor del mundo y de cada uno de nosotros a la presencia de Dios.

 

Pero también quisiera pedirles en este momento, que no abandonen la Parroquia. “Que no deserten de la comunidad” como dice Hebreos. A parte de nuestras reuniones de fin de semana, todos los días en la tarde a partir de las 6:30pm tenemos el Santo Rosario y la Liturgia de la Palabra, y vienen 3 o 4 personas solamente. Yo los invitaría a que hagamos una verdadera comunidad de oración litúrgica, porque rezamos la Liturgia de las Horas y entonces Cristo está en medio de nosotros.

 

También quisiera pedirles que acerquen el hombro. En estas circunstancias, nuestra secretaria Araceli se ve requerida por muchas ocupaciones que la obligan a salir de la oficina y necesitamos un apoyo de alguien que disponga de tiempo para que se acerque. Eso sería agradable a Dios y se los encargo mucho.

 

Por último, quiero comunicarles también que el Prof. Zavala que por 30 años ha prestado su servicio en esta Parroquia, no pocas veces se declara cansado por el paso y el peso de los años, por ello quisiera pedirles a nuestros jóvenes que se organicen para que lo apoyen en las liturgias de la tarde durante la semana, incluida la misa del sábado. Hago un llamado a nuestros jóvenes para que apoyen a su comunidad en esto.

 

Con todo el afecto de mi corazón, los bendigo y le ofrezco a Dios mi situación por todos y cada uno de ustedes, por sus familias y sus necesidades.

 

¡Gloria a Dios y a la Virgen María!