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Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te dará, no aprendas a practicar las abominaciones que cometen esas naciones. Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la hechicería. Tampoco hará ningún encantador, ni consultor de espectros o de espíritus, ni evocador de muertos. Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones, él desposeerá a esos pueblos delante de ti. Tú serás irreprochable en tu trato con el Señor, tu Dios.
(Dt 18,9-13)

 ¿Qué es Halloween?

Se acercan las celebraciones del 31 de octubre, el llamado Halloween, del cual es común participar a causa de nuestra cercanía con Estados Unidos. Pero, ¿realmente sabes lo que es éste festival?

En realidad no es más que una fiesta religiosa de origen Celta, celebrada mucho antes del cristianismo. Consistía en que la noche del 31 de octubre el dios Samhain enviaba los espíritus de los muertos a casa de sus parientes; éstos debían presentar ofrendas o, de lo contrario, eran hechizados.  Con el tiempo, la tradición fue cambiando de tal manera que ahora eran los sacerdotes del dios Samhain quienes recogían las ofrendas.

¿Tiene algo de malo?

El gran problema es que, durante la mencionada festividad, se sacrificaban personas mediante el fuego para predecir, conforme a las quemaduras producidas, la buena o mala suerte.

halloweenDios nos avisa, nos ayuda a ser precavidos, nos “pone al tanto”, como dice la Escritura: “no aprendas a practicar las abominaciones que cometen esas naciones“. El Señor nos ha dado a conocer su voluntad, y nos adoctrina con su Palabra. Ya nos ha advertido que no imitemos a esos pueblos que inmolan personas en el fuego, practican hechicería y magia.  Todo eso es abominable ante Dios, porque son acciones que atentan contra la vida y el amor, sobre todo, el amor de Dios.

¿Esas prácticas son pecado? Ciertamente, son un pecado contra el primer mandamiento: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu alma.

Cuando realizas esas prácticas, estás negando la soberanía de Dios, estás reduciendo su amor y su poder.

Por eso dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

2111 La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición (cf Mt 23, 16-22).

[…]

2115 Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Sin embargo, la imprevisión puede constituir una falta de responsabilidad.

2116 Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir (cf Dt 18, 10; Jr 29, 8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a “mediums” encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.

2117 Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.

Hoy, debemos de tener mucho cuidado ya que hay grupos de personas con ideas definitivamente insanas, que utilizan estas fechas para realizar sacrificios de animales, hacer brujería y todo tipo de “satanismos”; no podemos andar por ahí simplemente jugando a pedir dulces, porque hay algo mucho más peligroso que eso. No se trata de si pedir o no pedir dulces, si no del peligro que ésto pueda suponer.

Reacción Eclesial

La Madre Iglesia reacciona para cuidar a sus hijos. Como lo ha hecho siempre con cierto tipo de festividades paganas, en este particular nos ha invitado a celebrar la vida y la santidad, colocando la fiesta de Todos los Santos en el día 1° de noviembre (antes en el 13 de mayo), para anunciar al mundo que debemos celebrar la vida, pues incluso nuestros hermanos difuntos, viven para Dios (cf. Lc 20,38), de modo que, no hay razón para invocar a los muertos, cuando ¡podemos invocar a nuestros hermanos en el cielo, que ya viven para Dios, han ganado la corona y triunfado en la batalla! (cf. 2 Tim 4,8).

Los Santos

 ¿Quienes son los santos? Son personas, como nosotros, que han proclamado con su propia vida que Jesucristo es el Señor del cielo y de la tierra. Son hermanos nuestros que han obtenido la perla preciosa por la cual nosotros estamos trabando. ¡Son los miembros de la Iglesia Triunfante! ellos son los que, junto con los ángeles, cantan a Dios: ¡santo, santo, santo; santo es el Señor Dios del universo, llenos están los cielos y la tierra de tu gloria! Nosotros unimos nuestras voces a las de ellos en cada celebración de la Eucaristía, donde el cielo baja a la tierra para inmolar al Hijo de Dios, porque, esos santos, son los que han sido comprados a precio de sangre… de la sangre preciosa del Cordero inmolado en la cruz.

Sin ir más lejos, el nombre de Halloween -tal como lo conocemos ahora- viene de “All Hallow’s Eve”, es decir, la “Vispera de Todos los Santos”.  En efecto, el día anterior al 1 de noviembre es la víspera de Todos los Santos.

Por lo tanto, si te preguntas ¿puedo yo celebrar el Halloween? Vamos, yo diría que debemos celebrarlo tal como su nombre lo indica, ¡como la Víspera de Todos los Santos!

En el amor de Cristo.