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… nos aguarda a los mexicanos esta semana. Semana que deberíamos dedicar a una reflexión seria sobre el voto que vamos a emitir el próximo domingo. Dentro de una semana sabremos el futuro de México que habremos elegido. Es, de verdad, una gran responsabilidad. 

La Patria es primero, háyase dicho o no, es un dictado que debemos hacer realidad. La patria está por encima de los intereses y ambiciones personales o de partido, de ideologías y ocurrencias, de mentiras y deformaciones de la realidad. Es muy preocupante la familiaridad con la mentira. El que miente tiene la intención de engañar, decía S. Agustín. Por ello la mentira es extremadamente peligrosa. Y los signos son ominosos.

Cierto, el voto resta como la única arma del pueblo; pero aún el voto, puede ser malogrado por el egoísmo, por intereses espurios, sueños utópicos o alquimia electoral. Por capricho, venganza o vanidad. Prometer no empobrece ….

Es obvio que la situación de México, hoy por hoy, no es halagüeña; venimos saliendo, así lo espero, de la pandemia que ha trastocado todos los estamentos de la sociedad; si bien nos vino como anillo al dedo, no deja de encerrar consecuencias funestas para el futuro, aún desconocidas. (De terror, el cov.19 es un “accidente de laboratorio”). Faltan muchas reclamaciones sobre el manejo de la pandemia, el número enorme de muertos, la escasez de medicamentos, etc. todo ello pesa como un velo sobre la nación. La casilla electoral ha de ser el tribunal del pueblo.

La violencia es otro punto delicado en extremo que vaga impune por el país. “México se acerca a uno de los comicios más grandes de su época contemporánea, donde se elegirán alrededor de 20.000 cargos, 15 gobernadores y los miembros de la Cámara de Diputados y de los congresos locales. Pero la violencia está siendo muy acusada, hasta el punto de limar la democracia en la que deben desenvolverse estos procesos. Rara es la semana en que no hay que lamentar un muerto y cada día se suceden las amenazas y las agresiones, no solo contra candidatos, también contra sus colaboradores y familiares” publica El País luego del asesinato de Alma Barragán, joven mujer, candidata de M.C. a la alcaldía de Moroleón, Gto. Van, creo, tres asesinados de gente de M.C., de dos semanas, Sobre todo esto tenemos que meditar para emitir un voto responsable. 

Lo que nos hace libres es la verdad, la verdad que se ejerce en la responsabilidad común por el bien, la belleza, la reconciliación, la paz. Polarizar, crispar a la sociedad, es inmoral y de altísimo riesgo. Se puede traducir en una lucha sin ganador, y abrir heridas que no cerrarán, abrir las puertas a un futuro incierto. Quien de nosotros queremos que se publique un día, de México: “El régimen de Ortega desata una cacería de periodistas con el pretexto de perseguir el “lavado de dinero”. “La persecución contra x periodista, precandidata presidencial, es usada también para arrinconar a más comunicadores y medios en Nicaragua”. ¿Quién quiere volver a los tiempos, que parecían idos, tiempos del general Leónidas Trujillo de la R. Dominicana, Anastasio Somoza de Nicaragua, el coronel Carlos Castillo Armas de Guatemala, del general Marcos Pérez Jiménez de Venezuela, del general Gustavo Rojas Pinilla de Colombia, y el general Fulgencio Batista, de Cuba?  Bukele también quiere. Y qué ironía; en Cuba, Nicaragua y Venezuela, el remedio resultó peor que la enfermedad. En una reunión latinoamericana de principios de los 50s, en medio de esos especímenes, en cuyo pecho ya no cabía más medallas ganadas todos matando a su pueblo, lucía fuera de lugar un presidente civil, bajito y sin guardias, luciendo una guayabera blanca, era Ruiz Cortines. ¡Qué tiempos, señor don Simón!

A mediados de los 70s, asistí a una conferencia de Salvador Allende dictada en no sé cuál universidad de Guadalajara, una pieza de oratoria propia de un Demóstenes. Recuerdo esto: llegamos al poder y controlamos al ejército, nos apoderamos de los medios, nos apoderamos de los bancos; la siguiente frase si es textual: “con la Iglesia podemos caminar juntos siempre y cuando interprete fielmente el verbo de Cristo que arrojó a los mercaderes del templo”. Electrizante. ¿El final? Lo conocemos todos. Para colmo, Fidel, invitado a la toma de posesión, se apostó en Chile recorriéndolo  por más de un mes y don Salvador no hallaba cómo decirle: cenas y te vas.

¿Cómo se llega a ese punto? Si bien las dictaduras del s. XX y lo que va del XXI, son democráticas dado que los dictadores han llegado al poder vía el voto, – para cambiar, luego, la constitución y regirse o ampliar el mandato -, por voluntad del pueblo, la clave sigue siendo el voto, el voto que ejerce una ciudadanía ilustrada, informada, responsable, que no compra ni vende su conciencia, que sabe lo que está en juego. Una ciudadanía que sabe que el único bienestar será el resultado de su trabajo, de su disciplina, de su esfuerzo. El estado debe ayudar al pueblo en este esfuerzo, no con promesas imposibles y dádivas dudosas, sino gestionando el empleo, la educación, la salud, la vivienda, la seguridad en el sentido más amplio de la palabra. Y las vacunas. Y aquí reside el problema: una ciudadanía informada y responsable, que conozca los problemas reales que enfrenta la Nación, incluso en el concierto de las naciones. 

Si a mí me dicen que la inversión extranjera bajó un 29%, no sé de qué me hablan; si me dice que Estados Unidos degrada la calificación de la seguridad aérea de México, que las aerolíneas mexicanas no podrán lanzar nuevas rutas al país norteamericano hasta que el Gobierno corrija las deficiencias y recupere la categoría 1, no sé de qué me están hablando; si se dice que la pobreza extrema ha subido un 18%, más o menos lo entiendo y si me dice que eso que llaman inflación quiere decir que la compra diaria de alimentos es un 6% más cara, si le entiendo; que la tortilla de harina de olote vale 20 pesos; eso sí le entiendo. Y que los frijoles están más caros, y los limones y los aguacates, las colitas de pavo y los chicharrones también, eso sí lo entiendo. Que Pemex compró una refinería en Houston no sé qué tenga que ver conmigo ni con las Bocas famosas. Máxime si desconozco los términos del contrato. 600 millones de dólares; no tiene la menor importancia. Y el desempleo en aumento. Lo que no sé es qué tiene que ver la política con todo esto.

¿Quiere un tema meditar esta semana de preparación para elegir nuestros gobernantes? ¿Cuál es la esencia de la política? Lo dejo con este texto de B. XVI. pronunciado en el Parlamento Alemán. (22.09-2011). Léalo con calma.  

“Permítanme que comience mis reflexiones sobre los fundamentos del derecho con un breve relato tomado de la Sagrada Escritura. En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este momento tan importante? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? No pide nada de todo eso. En cambio, suplica: “Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal” (1 R 3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que en definitiva debe ser importante para un político. Su criterio último, y la motivación para su trabajo como político, no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. El éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia. “Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?”, (S. Agustín) Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra él; cómo se pisoteó el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar el mundo entero y llevarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. Puede, por decirlo así, hacer seres humanos y privar de su humanidad a otros seres humanos. ¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? La petición salomónica sigue siendo la cuestión decisiva ante la que se encuentra también hoy el político y la política misma”.

Si no se respeta el orden constitucional, ni la ley, ¿qué distingue al estado de una punta de delincuentes?